Para empezar, creemos que
es importante entender la diferencia entre VIH y SIDA.
El VIH es el virus de la inmunodeficiencia humana,
causante del síndrome de la inmunodeficiencia
adquirida o SIDA. Cuando el virus es portado por una
persona puede derivar en SIDA, pero no siempre.
|
El lazo rojo
es un símbolo para mostrar apoyo a la
lucha contra el sida,
|
Una vez contagiado
el virus, comienza a deteriorar el sistema inmunológico,
que se encarga de defender nuestro cuerpo frente a
las enfermedades. Poco a poco, mediante un proceso
que dura una media de diez años, el deterioro
deriva en la enfermedad del sida. Existen tratamientos
como los antirretrovirales, que pueden controlar el
VIH y fortalecen el sistema inmunológico. A
medida que éste se debilita, el cuerpo es vulnerable
a infecciones y cánceres potencialmente mortales.
Una vez que una persona tiene el virus, éste
permanece dentro de su cuerpo de por vida. Casi todas
las personas infectadas con el VIH, de no recibir
tratamiento, contraen el SIDA. Hay un pequeño
grupo de pacientes que no recibe tratamiento en los
que el SIDA se desarrolla muy lentamente o que nunca
aparece. Muchos de estos últimos casos se deben
a que los genes les impiden que el virus cause algún
daño significativo a sus defensas.
El virus tiene
tres formas de propagarse o transmitirse de una persona
a otra: mediante el contacto sexual, a través
de la sangre (compartiendo agujas) y de una madre
que lo padece a su hijo durante el embarazo o la lactancia.
Después de que el VIH infecta el organismo,
el virus se ha encontrado en la saliva, las lágrimas,
tejido del sistema nervioso, la sangre, el semen,
el flujo vaginal y la leche materna. Se ha demostrado
que sólo la sangre, el semen, las secreciones
vaginales y la leche materna transmiten la infección
a otros.
Los síntomas
relacionados con la infección aguda por VIH
son similares a los de la gripe: diarrea, fiebre,
dolor de cabeza, úlceras bucales, dolor muscular
y de garganta, entre otros. En cambio, los síntomas
del SIDA son principalmente el resultado de infecciones
que normalmente no se desarrollan en personas con
un sistema inmunitario sano.
Los avances
médicos y farmacológicos han conseguido
mejorar la calidad de vida de las personas que viven
con VIH, facilitando el acceso a fármacos cada
vez de mayor calidad y con menores efectos secundarios.
Por ello, el SIDA ha pasado de ser una enfermedad
mortal a una enfermedad crónica.
El origen del
VIH se encuentra en otro virus (VIS: virus de la inmunodeficiencia
simia) portado por chimpancés. En comparación
con los humanos, estos nunca llegan a desarrollar
la enfermedad del SIDA. A través de una mutación
de éste, pasó al ser humano en Camerún
en el año 1940. Una teoría creada por
Jim Moore habla de que en la época del colonialismo
en África muchas personas fueron forzadas a
trabajar de forma inhumana, en malas condiciones de
higiene y con apenas alimento. Un mono infectado de
VIS pudo haber sido alimento en un momento de desesperación
y, ante un sistema inmune tan debilitado como el de
esas personas, el virus rápidamente hizo mella.
También tiene que ver el hecho de utilizar
agujas no esterilizadas para la vacuna de la viruela
que se administraba en esa época, lo que hizo
que el virus se extendiese más rápidamente.
Según
los datos recogidos por ACCAS (Asociación Ciudadana
Cántabra Antisida), en España entre
120.000 y 150.000 ciudadanos están infectados
por el VIH y se estima que más de una cuarta
parte aún ignora que lo está. Cada año
se producen entre 2.500 y 3.500 nuevas infecciones.
En España, el número de casos de VIH
en 2012 fue de 3.210 y el de SIDA de 1.021. Respecto
a Cantabria, fue considerado un éxito, ya que
en este mismo año se habían diagnosticado
43 nuevos casos de VIH, de los cuales solo 21 derivaron
en SIDA. Esto significa que las políticas de
prevención dieron resultado.
El perfil de
persona más afectada es el de un hombre homosexual
de 35 años, contagiado por vía sexual,
que recibe el diagnóstico cuando su sistema
inmunitario ya está bastante deteriorado, por
lo que el virus ya ha derivado en SIDA y la recuperación
es más complicada.
Un caso particular
es el de un hombre que se aproxima al perfil que acabamos
de mencionar. Se trata de un varón que tenía
41 años cuando recibió el diagnóstico,
hace tres años. Se había contagiado
por vía sexual a través de su novio.
Cuando recibió la confirmación del diagnóstico,
tenía tan solo 59 defensas del tipo CD4, que
son las células que ataca el VIH, cuando lo
normal es tener entre 700 y 1000. Tras unas pruebas
intensivas, comenzó el tratamiento y
actualmente ha conseguido llegar a 350 defensas de
este tipo, por lo que la transmisión es teóricamente
imposible. No solo tuvo que enfrentarse a los problemas
de salud sino también al miedo a ser rechazado
socialmente, lo que le llevó a romper con su
novio. A pesar de todo, continuó con su trabajo
y su vida social con normalidad y solo recuerda que
padece VIH cada seis meses, cuando tiene que acudir
a la consulta de seguimiento con su médico.
Tras muchos
años de investigaciones, aún no se ha
descubierto ningún tratamiento que combata
por completo el VIH, pero sí se han conseguido
mejorar los ya existentes. Un ejemplo de ello es un
estudio que se presentó recientemente en Boston
en la XXI Conferencia Retrovirus e Infecciones Oportunistas
(CROI), que explica que el consumo de altas dosis
de vitamina D cada día y de calcio consigue
frenar los problemas óseos que causan los antirretrovirales.

SUBIR
|
|