El escritor
y editor Lorenzo Silva estuvo el jueves 10 de abril
en nuestro centro dentro del programa 'Encuentros
literarios' de la Dirección General de Política
e Industrias Culturales del Ministerio de Educación,
Cultura y Deporte. Un grupo de estudiantes de 1º
de Bachillerato aprovechó la ocasión
para hacerle una entrevista.
|
Lorenzo Silva
con los reporteros del IES Peñacastillo.
|
Pregunta.- ¿Haber
estudiado la carrera de abogacía te ha resultado
de gran utilidad para escribir tus libros?
Respuesta.- Vamos a ver, la abogacía
tiene y no tiene que ver con la literatura. Tiene
que ver con la literatura porque se basa mucho en
el lenguaje y en el trato con la gente. Además,
normalmente un abogado tiene que acabar conociendo
y contando muchas historias. Cuando tú vas
a un juicio, normalmente vas a contar una historia;
una historia que es la historia que le interesa a
la persona que estás defendiendo. Entonces
sí que te enseña cosas sobre cómo
usar el lenguaje, sobre cómo contar una historia
para convencer al que te está escuchando. También
te permite conocer mucha gente que normalmente tiene
problemas y cuando la gente tiene problemas acaba
contándolo casi todo. Cuando alguien viene
a que le resuelvas un problema, normalmente es bastante
sincero. La gente, bueno, en general todos tendemos
un poco a la hipocresía, pero cuando alguien
tiene un problema acaba siendo muy sincero y acabas
enterándote de muchas cosas; entonces digamos
que te da un buen material. Lo que ocurre es que la
literatura luego no tiene nada que ver, tú
no puedes escribir una novela como escribirías
un escrito para un tribunal, ¿no? No puedes
contar una historia en una novela como la contarías
en un informe oral ante una sala de justicia, el lenguaje
es muy diferente. Esa es quizá la mayor diferencia,
no puedes escribir con el lenguaje que utilizarías
como abogado.
P.-
En tu editorial, ¿cuáles son los criterios
que utilizas para elegir un libro o qué buscas
en un libro?
R.- Bueno, primero, puedo publicar
muy poco porque mi editorial es muy pequeñita,
hay muy poco negocio en torno al libro. Ahora mismo
las inversiones que hagas es muy difícil recuperarlas
y podemos publicar pocos libros al año. Como
son pocos procuramos buscar libros que, sobre todo,
tengan calidad y sean originales, realmente es lo
que más me importa. Me da igual si es comercial
o si no es comercial, de hecho alguno de mis mayores
éxitos como editor son libros que eran los
que parecían menos comerciales. Yo, por ejemplo,
publico mucha poesía. La poesía normalmente
no vende en España, yo sin embargo los libros
de poesía sí que los vendo, son de los
libros que más vendo. Trabajas a otra escala.
Lo que he descubierto es que, sobre todo, calidad
y originalidad es lo principal para mí.
P.-
¿Y no hay ninguna temática que te guste
más?
R.- No, no, no, como editor me da
igual, como escritor sí. Por ejemplo, a mí
no me verás escribiendo ciencia ficción
porque como escritor nunca he sentido mucha inclinación
por eso y, sin embargo, la primera novela que publiqué
es una novela casi de ciencia-ficción. O sea
que me da igual, lo que me importa es la calidad.
P.-
La idea de hacerte editor, ¿cómo surgió?
R.- En realidad es una idea compartida,
porque realmente la editorial la tenemos entre mi
mujer y yo y, de hecho, la que más trabaja
en la editorial es ella porque tiene más tiempo
para ello. Era una idea compartida de que hay libros
por ahí que valen la pena y que nadie publica,
nada más. Por ejemplo, la primera novela que
publicamos, que se llama 'Enemigo innúmero',
es una novela muy rara que mezcla la ciencia-ficción,
el terror... Una cosa realmente muy rara pero, para
mí, una novela excelente desde el punto de
vista literario. A esta novela un crítico del
ABC la eligió como la mejor novela del año
2013. ¿Tú sabes el orgullo que es eso?
O sea, realmente la recompensa que para ti es decir:
"Este libro a lo mejor nadie lo habría
publicado". Y este libro está ahí,
y alguien ha podido decir que es la mejor novela española
de todo 2013 porque lo hemos publicado nosotros. Yo
con eso ya casi me sentí completo y realizado
como editor.
P.-
Nosotros sabemos que escribes libros infantiles y
nos gustaría saber cómo abordas esos
escritos.
R.- Bueno, yo tarde mucho en escribir
para niños, es lo último que he hecho.
Empecé escribiendo literatura un poco en general,
a mi no me gusta decir "para adultos" porque
yo creo que una novela la puede leer cualquiera que
pueda tener un poquito de curiosidad y un poquito
de formación como lector. Pero vamos, luego
llegué a la literatura juvenil y tardé
muchísimo tiempo en escribir para niños.
Empecé a escribir para niños cuando
tuve niños pequeños en casa. Realmente
fue cuando vi la manera de contar las historias, el
lenguaje que podía utilizar. Cuando tuve niños,
porque yo no quería escribir libros de niños
para adultos pero tampoco quería escribir libros
para niños que a mí no me interesaran
porque, lo primero, me parece que no tiene sentido
y, lo segundo, no lo puedo hacer. Tenía que
encontrar una historia que me interesara y que, al
propio tiempo, estuviera escrita en el lenguaje de
los niños. Bueno, yo descubrí esas historias
y ese lenguaje con mis hijos porque, de hecho, el
primero se lo debo a mi hija mayor, el segundo a mi
segundo hijo y así he seguido. Ahora tengo
una muy pequeñita que ya me va dando ideas
incluso, con solo seis meses.
|
El autor de
'El alquimista impaciente' durante la entrevista. |
P.-
¿A la hora de elegir tus protagonistas de las
novelas te inspiras en alguien que tú conoces
o directamente los inventas?
R.- Hay de todo, hay personajes que
me invento desde cero, pero, en general, siempre tengo
referencias, no tengo una referencia única.
Cuando hago una novela de un personaje real, lo llamo
por su nombre. Yo tengo una novela en la que sale
Franco, dos novelas en las que sale Franco precisamente.
Pues Franco es Franco, no me invento, averiguo todo
lo que puedo sobre Franco en el momento que estoy
contando e intento que ese personaje de ficción
represente a Franco. Pero salvo en esto, a mí
me gusta que los personajes tengan vida propia, no
que sean puros reflejos de una persona, me interesa
mucho más. Por ejemplo, la historia de la última
novela es que yo leí una historia en el periódico
de cómo mataron a un alcalde de cincuenta años.
Eso lo he convertido en el asesinato de una alcaldesa
de treinta y dos. El personaje es completamente diferente,
lo que tiene en común es que son alcaldes y
las razones por las que mueren son parecidas, que
fue un poco lo que me interesó. Pero, claro,
cada personaje no tiene nada que ver, yo he construido
un personaje de ficción con otros elementos.
P.-
Durante la conferencia hemos hablado sobre los guardias
civiles y nos has contado cosas de tus novelas. Desde
tu punto de vista, ¿crees que en los colegios
se deberían leer más novelas policíacas?
R.- Pues lo he comentado antes con
una de vuestras profesoras. Yo creo que, desde luego,
mis novelas se leen en bastantes sitios; se leen en
Bachillerato, en la ESO e, incluso, algunas de las
novelas de Bevilacqua se leen en la universidad o
gente de Derecho. Precisamente en una asignatura de
Derecho muy aburrida que se llama Derecho procesal,
hay profesores que para hacerlo un poco más
divertido utilizan las novelas, por ejemplo para hacer
casos prácticos, y les dicen: tú eres
el abogado que tiene que defender a ese asesino, ahora
tú eres el fiscal que tiene que acusar a ese
asesino. Y yo creo que no solo las mías sino
que la novela policíaca contemporánea
es muy buena para ponerla en centros de enseñanza
porque, si tiene una mínima calidad literaria,
tiene valor, porque habla del mundo contemporáneo
y habla de la realidad del lector. El lector puede
sentir que la novela habla de su mundo, que en cierto
modo habla de él. Eso tú no lo sientes
leyendo 'El lazarillo de Tormes', que es un ejemplo
de un libro que me parece magnífico, una gran
novela.
P.-
¿Crees que el contacto a través de las
redes sociales es importante para desarrollarte como
escritor y que te conozcan?
R.- Yo creo que no tanto como piensan
algunos, pero yo lo hago, y lo hago porque creo que
tiene un valor. En Estados Unidos cuando vas con una
novela a un editor, lo primero que te preguntan ahora
es cuántos seguidores tienes en Facebook. Parece
mentira, para saber si te van a publicar te preguntan
eso. Yo sinceramente creo que uno puede ser buen escritor
y no tener cuenta de Twitter, que los hay de hecho.
Lo que creo es que es una herramienta más,
una herramienta que te permite una serie de cosas
que son interesantes. Por ejemplo, si publicas un
libro. Yo público libros muy diferentes, y
hay libros con mucho lanzamiento comercial y hay libros
que son más raros. Los libros con mucho lanzamiento
comercial se encargan los editores de venderlo, pero
esos libros más raros no tienen ni publicidad.
Por eso a mí la red social me sirve para, por
lo menos, a la gente que me sigue decirle: "Oye,
que este libro está aquí, que a lo mejor
te interesa leerlo". También, por ejemplo,
si vas a algún sitio. Tienes una conferencia
en Lugo (la última que he tenido), lo pones
en el Twitter o en Facebook y hay gente que se entera
y viene. Esa utilidad está bien, pero tanto
como para decir es indispensable... Además,
yo creo mucho en la libertad individual, y estoy muy
en contra de que haya una serie de cosas que nos impongan,
y que prácticamente no haya más remedio
que hacerlas. Por ejemplo, cuando me pongo a escribir
una novela, apago teléfonos, dejo de atender
el mail, dejo de atender el Twitter y hay gente que
se enfada. Dicen "Te he llamado por teléfono
y no estabas", es que estaba escribiendo, "Te
he mandado un email ayer y no me has respondido",
es que estaba escribiendo, es que estoy haciendo otras
cosas, es que no tengo por qué estar enchufado
aquí permanentemente, haciéndole ganar
dinero a aquel, al otro y al de la moto; es decir,
puedo desconectarme de vez en cuando, lo necesito.
P.-
¿Tú piensas que si otros artistas, ya
sean músicos o escritores, bajasen los precios
como haces tú, poniendo las novelas a 1€,
2€ en internet, crees que eso disminuiría
la piratería o haría más fácil
que los artistas pudieran vivir de su trabajo?
R.- Ayudaría pero no es suficiente.
Ya me gustaría que el género humano
estuviera compuesto sólo de personas inclinadas
a hacer el bien y la justicia pero el género
humano está lleno de personas que se aprovechan,
que si pueden meter un gol lo meten, que si pueden
darte una puñalada por la espalda te la dan.
Para eso hay leyes. A mí ya me gustaría
que se pudiera decir a la gente: salid con el coche
y haced lo que queráis, y que todo el mundo
obedeciera. Pero hace 10 años cuando yo empecé
a conducir, salías a la calle y hacías
lo que querías y, además, como yo era
abogado, tenía muchos amigos que estaban todo
el rato infringiendo las normas y era muy fácil
quitar cualquier multa, porque yo le he quitado multas
a todos mis amigos hasta que me harté y les
dije que se buscaran a otro. Las leyes eran papel
mojado, tú salías a la carretera y podías
ir a 200 con el coche, podías hacer lo que
te diera la gana. ¿Cuál era el resultado?
Diez mil muertos al año. ¿Cómo
se acabó con eso? Pues muy sencillo, diciéndole
al que va a 200 que va a la cárcel, que le
pones dos pulseras a la espalda y a la cárcel
y se acabó. Realmente a veces hay que tener
reglas. El otro día salió en un reportaje
de la Sexta para hacer una declaración un tipo
que entre otras cosas tiene pirateados catorce libros
míos; es un tío que lo único
que hace en la vida es estar con un ordenador en un
pueblo de Huelva, cogiendo enlaces copiados que no
son suyos y, con eso, gana 200.000 € de publicidad,
sin hacer absolutamente nada, sin crear absolutamente
nada... Él dice que trabaja, claro, pero también
trabaja el tío que entra en una caja fuerte
de un banco, hay que hacer el agujero y eso lleva
un rato. Eso para mí no es trabajo, ese tipo
no está creando nada y va a haber gente siempre
así; es decir, aunque estén a 2€.
A este tipo tiene que haber una ley que le diga "Oye
tú, si haces esto se te plantan dos guardias
civiles en tu puerta y te quitan el ordenador".
Lamentablemente, ya me gustaría que fuera de
otra manera; no creo sólo en eso, no creo sólo
en los guardias civiles. Si un señor entra
en Mercadona y se lleva la compra sin pagar, llaman
a la policía y la policía lo detiene;
entonces ¿por qué si a mí me
roban yo no lo puedo hacer? Yo no puedo llamar a nadie,
y tengo que ver cómo todos los días
me roban y no puedo llamar a nadie porque nadie protege
lo que yo hago. ¿Por qué?, ¿soy
tan malo para esta sociedad? Ponte en mi lugar, a
fin de cuentas yo me gano la vida, porque sigo teniendo
muchos lectores que compran mis libros, pero en quien
yo pienso por ejemplo es en los seis empleados de
la primera imprenta con la que yo trabajé cuando
empecé a editar libros, que tres meses después
cerró y les despidieron a los seis, seis padres
de familia.... ¿Por qué se tiene que
quedar en el paro esta gente para que ese tío
vuelva con su ordenador y gane 200.000 €. Esto
no pasa en Alemania, esto no pasa en Estados Unidos,
esto no pasa en ningún lado.
P.-
En la actualidad el sistema educativo está
muy presente en el ámbito periodístico
y social. ¿Usted cree que nuestro sistema educativo
es tan deficiente respecto al de otros países?
R.- Habría que conocer bien
los sistemas educativos de todos los países.
Yo los conozco algo porque he ido a algún colegio
fuera de aquí alguna vez, pero no lo conozco
lo suficiente. Por lo que sé, y por la información
que tengo, es información indirecta la mayoría,
hay aspectos de nuestro sistema educativo que lo hacen
inferior a otros sistemas educativos de nuestro entorno.
Y no me refiero exactamente a los resultados, porque
los resultados más altos los consiguen ahora
mismo los niños asiáticos, que tienen
un índice de suicidios enorme porque están
todo el día estudiando y tampoco es deseable.
Tengo cuatro hijos y no me gustaría que se
me suicidaran dos para que los demás fueran
bioquímicos y premios nóbeles, prefiero
que vivan los cuatro aunque sean más mediocres.
No voy tanto a los resultados como a que hay cosas
que tú ves en países de tu entorno que
se hacen mejor. Por ejemplo, en otros países
la educación no es una cosa donde cada partido
cuando gana las elecciones se carga la ley del anterior
para hacer otra, entonces no hay ley nunca, se ponen
de acuerdo los partidos principales y sigue un programa
treinta años. Cuando un país hace eso
le sale mejor que a nosotros que no lo hemos hecho
nunca. Otro ejemplo, en otros países la gente
que da clase no solo tiene independencia, no solo
tiene autonomía sino que además tiene
respeto, respeto social. Aquí, ahora no, pero
recuerdo hace diez años sitios donde los profesores
prácticamente eran despreciados por gente ignorante,
gente ignorante que ganaba más dinero. Eso
tampoco ayuda mucho. Y luego, tengo la sensación
de que desde la época en la que yo estudié
a la época actual se ha producido una serie
de cambios, aunque no todos son malos. Al final la
educación española ha tomado una opción
que a mí me parece buena, en la educación
que yo recibí mucha gente se quedaba fuera.
Tú con doce años, si no valías
para estudiar te echaban a la orilla prácticamente.
Aquí se intenta dar una oportunidad a la gente
hasta los dieciséis años, lo que me
parece que está bien. Pero creo que se ha errado
un poco en que se ha bajado mucho la exigencia para
poder mantener a todo el mundo, por eso creo que hay
gente que no está desarrollando su potencial.
O sea, antes el que valía para estudiar desarrollaba
más y mejor su potencial que ahora. Y me parece
que la gestión es un poquito más complicada,
entre tirar a la gente que no vale para estudiar y
quedarse sólo con los buenos y meterlos a todos
en un revoltijo, llegamos como podemos con gente que
al final no aprende, porque aguanta hasta los dieciséis
años torturada, a alguno conoceréis
seguramente. Los alemanes esto lo trabajan bastante
bien, los alemanes no descartan a nadie, van identificando
capacidades y hay gente que acaba siendo ingeniero
en la Volkswagen y hay gente que acaba siendo un operario
de la Volkswagen o de la Mercedes, pero el ingeniero
es muy bueno y el operario es muy bueno. Por eso los
Mercedes se hacen en Alemania y no se hacen en ningún
otro sitio, porque trabajan al final con las capacidades
de todo el mundo. No tiran a nadie, pero no tratan
a todos igual. Claro que se requiere una gestión
un poco más complicada que lo que se hace aquí,
pero el tema es inmenso y vuestras profesoras aquí
presentes saben mucho más que yo, así
que...
P.-
Y en relación con esto, con la calidad del
sistema educativo en España, ¿tú
piensas que el informe PISA, que ha indicado resultados
muy negativos en este país, es tan relevante
o tan determinante para medir la calidad de un sistema
educativo?
R.- Es el único indicador
que tenemos hoy por hoy homogéneo y comparable.
Es muy criticable en muchos aspectos y mucha gente
lo ha hecho mejor que yo y con más conocimientos,
pero es un indicador y sobre todo es un indicador
que suele valer. El indicador puede que no sea bueno
en comparación de un país con otro en
una foto fija, pero sí es bueno comparando
las sucesivas fotos que se hacen de un país,
porque, si es homogéneo, se va viendo un poco
la evolución; y la evolución española
no es buena. Lo que pasa en este país es una
cosa sorprendente. Yo tengo un amigo suizo y Suiza
antes de que llegaran los asiáticos que se
lo han comido todo, por este régimen penitenciario
que tienen de torturar a los estudiantes para que
saquen buenas notas, antes de que llegaran ellos estaban
siempre allí. Bueno, pues Suiza en un informe
Pisa bajó del número 2 al número
4. Hubo un debate nacional porque era una tragedia
que se hubiera retrocedido. Este amigo mío
que vive en Suiza decía: "Todos los programas,
todos los telediarios hablaban de cómo hemos
bajado". Aquí bajamos del 21 al 26 y a
nadie le importa un pepino, muy bien. Sale un ministro
y dice: "No, si estamos dentro de la media más
o menos y tal; bueno, tampoco es para tanto si estamos
solo a 38 puntos de la media". Yo creo que ni
es la Biblia ni las tablas de la ley que haya que
creerse, ni tampoco es algo a lo que se le debe de
hacer tan poco caso como el que se le hace. Creo que
es un indicador, y es un indicador con el que hay
que mirar en qué fallamos y que da información.
Mira, yo lo he seguido bastante, porque durante mucho
tiempo estuve trabajando en un suplemento de educación
y me leía los informes Pisa, no el resumen
final sino el informe al completo. Y por ejemplo hay
cosas que son muy sintomáticas en España.
Una cosa muy sintomática en España es
que tiene muy pocos alumnos excelentes. En otros sistemas
educativos, de cada 100, 10 son excelentes. En España
de cada 100, 4, 3... ¿Somos más tontos
los españoles? No, estamos gestionando peor
la excelencia, es evidente. O sea, hay conclusiones
que son muy claras, incluso aunque la metodología
sea muy mejorable.
P.-
Después de buscar información acerca
de tus libros, hemos visto uno que se titula 'Isla
del fin de la suerte', que fue escrito con tus lectores.
¿Cómo surgió esa idea?
R.- Eso fue una propuesta. Me llamaron
de Círculo de lectores y me dijeron:
"Oye estamos pensando en hacer un experimento
de literatura interactiva, escribiendo una novela
por entregas, publicándola en Internet".
Yo creo que me llamaron a mí porque soy el
único que hace estas cosas raras. Si hubieran
llamado a otros habrían salido corriendo, pero
a mí estas cosas me despiertan curiosidad y
dije: "Bueno, pues dejadme pensar a ver si se
me ocurre una novela que valga para esto". Tampoco
es una forma muy rara de escribir: yo publicaba un
capítulo, le daba tres finales posibles, los
lectores lo leían, votaban y seguía
con el segundo capítulo a partir del final
que habían elegido los lectores. Al segundo
capítulo le daba otros tres finales, votaban,
seguía... Es decir, tenía que estar
pendiente siempre de tener muchas novelas a la vez
en la cabeza y que fueran coherentes. Eso es bastante
complicado con una novela. Entonces elegí una
novela que es una especie de parodia de novela policíaca
de Agatha Christie, gente que se queda encerrada en
una isla, uno muere, y hay que buscar al asesino;
y, además, como están en una isla, tiene
que ser uno de ellos el asesino, lo eligen por sorteo
y demás. Entonces digamos que era una novela
que permitía jugar mucho con los personajes.
Es una novela bastante cómica realmente, es
una parodia, no es del todo seria, aunque fue muy
complicado, porque además yo tenía a
veces dos días para escribir un capítulo
de 30 páginas y entonces trabajaba de abogado.
Lo tenía que hacer por la noche, me quedé
más de una noche sin dormir para hacer esto...
Pero fue un experimento curioso, que no salió
como yo quería, por cierto, porque al final
de la novela se hacía igual, se ponían
varios finales. El final era quién era el asesino,
claro, el final de una novela de estas es quién
es el asesino. Pues yo les propuse a los lectores
cuatro posibles asesinos y los lectores votaron por
el que menos me gustaba a mí. (Risas) Suele
pasar. A mí de hecho el final que votaron los
lectores era el final que menos me interesaba de los
cuatro, pero bueno... sé por qué lo
votaron. Este era como el final de relleno, el que
pensaba que nadie iba a votar y van y lo votan...
y lo votaron por una razón muy sencilla: en
la novela el investigador era un hombre y se enamoraba
de una de las que estaban en la isla; y entonces tenían
como una especie de "rollete". Entonces
el final que votó la gente era el único
en el que esos dos personajes acababan juntos. O sea,
que al final, yo hice una historia de asesinatos y
la gente lo que quería era una historia de
amor y digo: ¡para este rollo la verdad!...
(Risas) Pero bueno, fue un experimento curioso, te
das cuenta de cómo cuando dejas que el lector
intervenga tiene otras percepciones y los resultados
son diferentes.
P.-
¿Qué sientes cuando recibes un premio
por una novela a la que has dedicado mucho tiempo
y en la que te has esforzado?
R.- Pues mira, suelo acordarme de,
por ejemplo, lo que me preguntaba antes una profesora
vuestra: el momento en el que yo vi esa novela. Por
ejemplo, cuando me dieron el Planeta, estaba allí
esa noche y me acordé de dónde venía
esa novela. El premio Planeta sabéis que lo
dan en Barcelona, ¿no? Bueno, pues, a mí
la idea de esa novela me vino en Barcelona, cuando
yo todavía no tenía casa en Barcelona.
Vivo entre Madrid y Barcelona, voy y vengo, pero cuando
se me ocurrió la primera idea de esa novela
fue hace diez años más o menos, cuando
vivía en Madrid. Fui a Barcelona a preparar
otra novela diferente y me presentaron a una serie
de gente. Una de esas personas, de repente, me contó
una historia que me fascinó y dije: "Esto
es una novela". Así que la historia surgió
de repente, en un café en el Paseo Colón
de Barcelona, y entonces me pareció curioso
ir allí nueve años después a
recibir un premio por una novela que había
nacido en ese lugar.
P.-
En mi casa leemos todos los domingos el 'XL Semanal'
en el que colaboras como cartero, recibiendo e-mails
y fax. ¿Por qué se ha dejado de premiar
la carta de la semana con una pluma si, en mi opinión,
es lo que realmente representa la esencia de la carta,
y actualmente se premia con una tablet?
R.- Eso no lo decido yo, y además
tampoco lo puedo decidir, porque los medios se financian
con publicidad; es decir, eso es publicidad, en el
fondo el fabricante de esa pluma o de esa tablet paga
esa página. Si no la pagaran ellos no existiría.
La revista, como todas las publicaciones, tiene un
departamento comercial que intenta conseguir publicidad,
y gracias a esa publicidad podemos escribir, y gracias
a esa publicidad yo puedo publicar a seis lectores.
Yo hace mucho tiempo que tengo plumas y que me gustan
las plumas, pero hace mucho tiempo también
que escribo con ordenador y no con una pluma. Ni siquiera
imprimo. Hace unos veinte años que no imprimo
ni una hoja de papel, lo veo todo en la pantalla y
de este modo es como probablemente escriben muchas
personas cuyas cartas recibo, desde un ordenador o
una tableta, la mayoría lo hace desde un ordenador.
Lo que yo recibo principalmente son e-mails.
P.-
¿Piensas que en los institutos y en los colegios
se debería impulsar más la creación
artística de novelas o de cuentos en vez de
centrarnos sólo en la teoría de la literatura?
R.- Bueno, todo es importante, y
sobre todo es muy difícil escribir bien si
no conoces la teoría, si no sabes sintaxis,
ortografía... diría de hecho que es
imposible. La gramática es muy importante,
porque al fin y al cabo es la que decide que tú
estás utilizando el lenguaje con propiedad,
precisión y con todas sus posibilidades. Para
poder hacer un relato tienes que saber algo más
que hacer oraciones simples, y para hacer eso bien
necesitas conocerlo. Yo creo que en la educación
se debería fomentar más toda clase de
creatividad, y sobre todo la creatividad que es social.
Por ejemplo, creo mucho en el teatro. Yo cuando tenía
17 años iba a un instituto donde había
la costumbre de que los de letras hicieran una tragedia
griega y los de ciencias hiciéramos una obra
contemporánea que siempre era de Mihura o de
Javier Poncela. Me acuerdo de haber visto las obras
de Javier Poncela en primero, en segundo, tercero...
Cuando nos tocó hacerla a nosotros le preguntamos
al profesor si podíamos hacer otra cosa, que
nos dejara que hiciéramos algo nosotros. Y
entonces escribimos. Cuatro que escribíamos
escribimos cuatro obras y votamos. Ganó la
que escribí yo y montamos esa obra. La escribimos,
la interpretamos, y aunque la costumbre era que la
obra fuese dirigida por la profesora de latín,
nosotros la dirigimos. No te puedes imaginar la cantidad
de cosas que aprendimos haciendo eso, y aún
con todo lo que teníamos que hacer y estudiar
sacábamos el tiempo para ensayar cinco horas
sin esfuerzo. Creo que eso se potencia muy poco y
enseña muchísimas cosas que son buenas
para, por ejemplo, trabajar en equipo en algo que
tú creas. Eso también te prepara mucho
para la vida profesional, para el trabajo, donde muchas
veces el trabajo te lo tienes que inventar, y si no
sabes inventarlo no lo puedes hacer.
P.-
Y para terminar, ¿algún consejo que
puedas dar a alguien que esté empezando a escribir?
R.- Esta es la pregunta que más
temo, porque los consejos normalmente se dan tanto
que seguramente no deben de tener ningún valor.
Por centrarme en tres cosas muy generales, porque
creo que al final... Bueno, yo siempre diría
que en cualquier actividad creativa hay una idea que
es principal, que es que cada uno tiene que hacer
lo que sólo él puede hacer, y por tanto
nadie más que uno sabe lo que tiene que hacer.
Nadie te puede decir qué novela tienes que
escribir, nadie te puede decir qué canción
tienes que componer, nadie te puede decir cuándo
tienes que pintar; eso solo lo sabes tú y además
nadie lo sabe mejor que tú. Por joven, por
inexperto, por torpe que seas, nadie sabe mejor que
tú lo que tienes que hacer, eso lo tienes que
decidir tú y ahí estás completamente
solo. Pero esa es la decisión fundamental,
a partir de ahí viene todo lo demás.
Una vez que tú tomas esa decisión, yo
creo que hay tres cosas que ayudan mucho para escribir.
La primera es leer. Parece una tontería pero
es la primera cosa que ayuda mucho a escribir, y cuanto
más mejor; el escritor de pocos libros los
acaba copiando, el escritor de muchos libros también
los copia, pero si tú copias tres te pillan,
si tú copias tres mil ya no te pillan, ya está
todo tan mezclado que acaba siendo casi original.
Leer es fundamental y lo más diverso posible.
Una segunda cosa es observar. Y utilizo este verbo,
mira que hay verbos para lo que hacemos con los ojos,
desde ver hasta mirar, contemplar, etc. Observar es
tratar de captar no solo los detalles sino incluso
lo que hay detrás, incluso lo que no se ve,
observar a las personas, observar los lugares. Al
final somos animales muy visuales, nuestro primer
sentido es la vista ¿no?, y para que el lector
pueda ver cosas las tienes que haber visto tú
antes, y para verlas hay que mirar y hay que observar.
Pero no basta con ponerse delante de algo, porque
además lo que recibimos está muy manipulado.
Fijaos aquí donde estamos, por ejemplo, aquí
prácticamente está todo manipulado,
todo: nuestra ropa, la mesa que está hecha
por un diseñador, la silla que está
hecha por un diseñador, las luces que también
están hechas por unos diseñadores industriales.
Toda realidad está manipulada, tanto si te
pones delante de una película, como si te pones
delante de un cartel publicitario, todo está
manipulado para darte una impresión. ¿Cómo
puedes desmontar esa manipulación? Observando.
Si no simplemente vas comiéndote lo que te
van poniendo y en todos los órdenes de la vida.
Y la tercera, que para mí es quizás
la más importante porque el escritor trabaja
con el lenguaje, la tercera es escuchar, que es uno
de los ejercicios menos practicado en nuestro tiempo
y en nuestro mundo. Y escuchar es fundamental. Hay
una anécdota que no sé si es real, supongo
que sí, que a mí me gusta contarla porque
me parece que lo resume muy bien. Cuentan de Benito
Pérez Galdós, que yo que creo que es
el mayor novelista español del S.XIX, que él
escribía cuatro horas al día más
o menos por la mañana y a eso de las doce o
la una salía a Madrid durante dos horas a escuchar
a la gente; se sentaba en un café y escuchaba
a la gente, iba a un mercadillo y escuchaba a la gente,
paseaba por la calle y si había una vendedora
de pavos o lo que fuera escuchaba a la vendedora o
a la gente que tenía alrededor. ¿Qué
es lo que estaba haciendo Benito Pérez Galdós?
Coleccionar voces. Cuando Pérez Galdós
se ponía a escribir una novela tenía
muchas voces dentro, y eran de verdad, porque él
las había escuchado antes. Y no te digo escuchar
a un premio Nobel, que también hay que escucharle,
sino mejor escuchar a esa señora analfabeta
que estaba vendiendo pavos, porque eso también
es una voz, y esa voz también te dice cosas.
P.-
Pues muchas gracias por habernos atendido.
R.- Pues nada, a vosotros por soportarme
tanto tiempo (se ríe).

SUBIR
|
|