Esta
evaluación hemos elegido entrevistar a Melchor,
abuelo de Pablo, debido a que estamos dando contenidos
relacionados con la Guerra Civil, la cual vivió,
así que podría darnos alguna información,
contar alguna anécdota…
Pregunta.-
¿Cómo era su vida antes, durante y después
de la Guerra Civil? ¿Cambió en algo?
Respuesta.- Ya lo creo que cambió
mucho. Antes de la guerra mi familia tenía
la suerte de estar en buena situación económica
y vivíamos casi como millonarios. La guerra
nos hizo papilla, durante la guerra pasamos mucha
hambre. Después de la guerra… más
o menos hasta los años 50, no recuerdo si en
el 51 o en el 57, vivíamos alimentándonos
por las cartillas de razonamiento o comprando lo que
necesitábamos en el estraperlo.
P.-
¿Después de que eliminaran las cartillas
de razonamiento, mejoraron las cosas en su caso?
R.- Sí, sí que mejoraron,
básicamente porque en las tiendas podías
comprar las cosas que querías. Poco después
de acabar la guerra comencé a trabajar y mejoró
algo la situación, aunque hambre seguimos pasando
mucho tiempo más.
P.-¿Qué
información puede darnos sobre el estraperlo?
R.-Lo que más se vendía
de estraperlo era el pan, a pesar de que se vendiera
todo, el pan concretamente se vendía en la
calle Cervantes. En Puertochico se vendía tabaco,
también se vendían muchas patatas y
harina de la península. Yo en mi caso tuve
la suerte de tener buenos amigos y nos pudimos ayudar
entre nosotros. Un amigo mío tenía un
horno y siempre nos daba pan hasta que un día
le denunciaron y le quitaron el horno y le castigarían
qué sé yo con qué, no recuerdo.
P.-¿Participó
en la guerra? ¿De qué modo?
R.-A los 17 años fui a la
guerra. El bando nacional quiso llamar a mi quinta
para que participáramos. Por suerte yo no participé
con un fusil, yo estaba en lo que llamaban centurias
técnicas, para ello tenías que tener
un oficio. En estos servicios lo que hacíamos
era reconstruir lo que se iba destruyendo en la guerra.
Yo trabajaba de cristalero, el convento de Santa Teresa
de Teruel, donde están momificados los amantes
de Teruel, están puestos prácticamente
enteros por mí.
P.-¿Durante
la guerra seguíais yendo a la escuela?
R.-A la escuela seguíamos
yendo con normalidad.
P.-Y la vida,
¿seguía con normalidad entonces?
R.-Bueno, seguía habiendo
cine y muchas cosas más que había antes,
lo que quitaron son los bailes, que es lo que hoy
en día serían las discotecas.
P.-¿Algún
miembro de su familia participó en el frente?
R.- Sí, mi hermano. Era nueve
años mayor que yo y le cogieron para participar
en el bando nacional. Llegó a ser sargento.
Fíjate cómo cambiaban las cosas en pocos
años que antes de la guerra jugaba en el Racing.
Justo acababa de mudarse a Burgos donde había
puesto una cristalería y ahí le cogió
la guerra.
P.-De
las restricciones impuestas por Franco, personalmente,
¿cuál fue para usted la más dura?
R.-En mi caso ninguna, no sabría
qué decirte. Poco después de la guerra
me tocó hacer la mili. Pasábamos mucho
hambre, eso era lo que preocupaba. Restricciones había
muchas pero molestarme realmente te diría que
ninguna.
P.-¿Fue
castigado o fusilado algún miembro de su familia?
R.-Sí, un tío mío
fue castigado debido a que le denunció su sobrino
con el motivo de que recibía un periódico,
según él, escrito por anarquistas. Le
llevaron a un almacén de la tabacalera, que
era donde estaba la cárcel de los que eran
de izquierdas. Recuerdo ir en varias ocasiones a visitarle
allí.
P.-¿Nos
puede dar alguna información sobre el NODO?
R.-Era un suplemento que ponían
en el cine, ya que entonces no había televisión,
de propaganda y un noticiero de lo que pasaba en todo
el mundo. Realmente elegían ellos las noticias,
noticias muy específicas, muy partidistas.
Recuerdo que al empezar la proyección sonaban
el himno nacional, el himno de los requetés
y el de falange. Al mismo tiempo había una
imagen de Franco en pantalla y tenías que levantarte
y estar de pie con la mano extendida hasta que terminaban
de sonar los himnos. Era un noticiero bastante corto.
También en los cines antes de las películas
echaban el NODO, y era muy interesante ya que era
la única forma de enterarte de lo que pasaba
por el mundo. Recuerdo de ir con amigos al cine justos
de tiempo y decir “¡Vamos, que no llegamos
al NODO!”
P.-¿Hubo
muchas emigraciones durante la guerra?
R.-No. Durante la guerra no emigraba
nadie, únicamente el que podía. Las
emigraciones sucedieron después de la guerra.
P.-¿Cuál
es su opinión sobre Franco?
R.-Qué te voy a decir de Franco.
Realmente, yo con él tuve épocas de
vivir muy mal y épocas de vivir muy bien. Yo
de Franco no puedo decir nada, había necesidad
porque España estaba bloqueada por las demás
naciones, la única que nos ayudaba era Argentina.
El trigo lo empleaba Franco como moneda. No puedo
opinar mal de él, si hubiera ganado el otro
bando, hubiera vivido de la misma forma creo yo.
P.-¿Cuáles
cree que fueron los principales aciertos de Franco?
R.-Pues uno de ellos fueron los pantanos.
Él fue el que hizo los pantanos aquí,
gracias a eso pudimos beber, el hombre de los pantanos
le llamaban. La industria también evolucionó
muy bien en aquella época gracias a él,
a pesar de que era una industria diferente a la de
ahora. Para mí, lo más característico
de él eran los pantanos.
P.-¿Saca
algo positivo de la guerra?
R.-Hombre lo único positivo
es que después de la guerra había mucho
trabajo para reconstruir todo lo que se había
destruido y debido a que la población disminuyó
mucho. Pero no, de las guerras yo creo que nunca se
saca nada positivo.
P.-¿En
qué cree que cambiaría la situación
actual de España si hubiera salido vencedor
el bando republicano?
R.-En poco, realmente no se puede
saber qué hubieran hecho en caso de haber vencido,
pero España estaría mal de todos modos
visto lo visto y viendo la situación del resto
de Europa también, al menos en mi opinión.
P.-Y
por último, ¿podría contarnos
alguna anécdota concreta sobre la guerra?
R.-Yo con 17 años me incorporé
a Teruel. Íbamos de Calatayud a Teruel en tren,
y al ser aquello zona de guerra íbamos con
las luces apagadas. Nuestro vagón no tenía
ni siquiera ventanas, y al ser invierno hacía
muchísimo frío. Para intentar calentarnos
hicimos una pequeña hoguera y por poco quemamos
todo el vagón, ya estaba prendiendo del todo
cuando vino un revisor del tren y consiguió
apagarlo, sino lo quemamos por completo. Otra anécdota
es que en aquella época se escribían
tantas cartas a mano que los sellos servían
en muchísimos casos como moneda. Teníamos
un amigo hijo del conserje de Correos que nos proporcionaba
muchos sellos, y eso nos ayudó bastante también.
Una tercera anécdota para pescar, para poder
comer, tirábamos bombas de mano al río
y con la explosión salían los peces
a flote muertos o muy aturdidos y así era muy
fácil pescarlos. Lo mismo nos pasó en
Salamanca, donde tuvimos que ir, allí había
un coto de caza sin trabajar durante la guerra en
el que se extendieron los conejos. Estaba lleno de
madrigueras y ahí metíamos la mano y
sacábamos a los conejos para comerlos.

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