Francisco
Sinobas Sendino, alumno del CEPA Los Corrales de Buelna,
ha creado un cuento infantil en la clase de Tertulias
Literarias. Narra la historia de un duende y ha surgido
como producto de las conversaciones con sus dos nietas.
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Imagen de la
película 'El increible hombre menguante'.
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Había una vez un país tan pequeñito
que sus habitantes en vez de sombrero usaban un balón
grande de plástico, que sonaba mucho cuando
con él tropezabas, y una lupa enorme que ayudaba
a ver más grande todas las cosas. Esto era
para que la gente que visitaba aquel país pudiese
ver dónde ponían los pies al caminar,
ya que los que viajaban allá eran turistas
también normales.
Así podían evitar tantas desgracias
como las que habían ocurrido antes de que el
más chiquitito de todos los vecinos del pueblo
afectado hubiese inventado tal artefacto. Pues los
visitantes, al hacer el recorrido por el pueblecito,
sin querer, ya habían tenido problemas para
no pisar, sobre todo a los niños que siempre
estaban jugando en la calle.
Aquello fue un descubrimiento grandioso, tanto que
el presidente del minúsculo país decretó
obligatorio su uso.
Fíjense si era pequeño, señores
lectores, que una vez sin querer, una señora
se agachó para recoger lo que ella creía
que era una hebra de hilo que estaba en el suelo pero
no era más que la autopista por la cual discurría
todo el tránsito rápido de una parte
del país a otro. ¡Qué desastre!
¡Qué calamidad!
Menos mal que la mujer se asustó tanto que
al ver esa inmensidad de hormigas se cayó,
pues les tenía pánico. Pero entonces
en su caída se dio cuenta de que no eran hormigas
de verdad lo que la habían asustado, sino coches
y, que ahora en vez de estar en posición horizontal,
estaban en posición vertical y todos los vehículos
caían desde la autopista al suelo.
Afortunadamente había poca altura y, por fortuna,
la señora aun en el instante del tropezón
sujetaba la autopista con los dedos de su mano. "Uf,
¿qué es esto?", exclamó
al darse cuenta de lo que había hecho. "Esto
me pasa a mí por no fijarme bien en los letreros.
Ahora tendré que reparar este desastre. ¡Pobre
gente! ¿Cómo les digo que todo fue sin
querer? Ya sé, voy a reparar este desastre
que he hecho y después les construiré
un parque para que todos puedan divertirse".
Y dicho y hecho, se puso manos a la obra. Lo primero
que hizo fue buscar una caja de bombones de esos que
son bien bonitos, con muchos colores y que venían
con dibujos requetedivertidos. La colocó junto
a un pequeño charco que había quedado
de la lluvia del día anterior y que, por el
tamaño de la gente, más bien parecía
un inmenso mar con playas alrededor. Y la hierba que
allí crecía se semejaba a las palmeras
tropicales que tanto figuran en las revistas de turismo.
Dentro de la caja colocó con cuidado y muy
bien distribuidas unas cáscaras de nuez y de
avellanas, las cuales al poner un poco de agua empezaron
a flotar, lo que hizo de ellas unas perfectas embarcaciones.
Así, en su interior, la gente de aquel pueblecito
podía navegar como si de una travesía
marítima se tratase.
Unos subían, otros bajaban refrescándose.
Incluso los hubo más osados, quienes construyeron
unas velas con pedacitos de hojas secas para pasear
y disfrutar de las partes más alejadas.
Fue una idea genial. Por fin desde hacía mucho
tiempo todo el mundo se podía divertir y pasárselo
bien, pero lo más importante fue que desde
hacía mucho tiempo no se reían así,
que no eran tan felices, que al compartir aquellos
momentos casi se olvidaban de la vieja maldición
del pueblo.
Qué diferente era entonces, qué felicidad
había allí cuando todo era normal, cuando
ellos también lo eran, y lo único que
era diferente era el odioso y envidioso brujo, aquel
que vivía siempre solo, pues con su maldad
alejaba a humanos, animales y a cuanto bicho viviente
hubiese. Este repulsivo ser quiso casarse con la prometida
del hijo del gobernador, quien era la más linda
de todas las chicas del país. Porque vamos
a dejar clara una idea: no siempre fueron así
de pequeñitos, ni el pueblo fue así
de minúsculo, ni la gente que iba a visitar
el pueblo fueron siempre turistas que querían
ver algo anormal como era entonces el pueblo y su
gente. No. Hubo un tiempo en que todo era normal.
Pero, el día en el que al malvado brujo le
negaron casarse con Mariselita, que así se
llamaba la prometida del hijo del gobernador, este
montó en cólera y entonces pronunció
unas fatídicas palabras a cuyo sonido se empezó
a encoger todo, absolutamente todo: las casas, la
gente, los animales y todas las cosas que en el pueblo
había.
Recordando todo esto, aun dentro de la felicidad
que la señora les había proporcionado
con la piscina y todo lo que en ella se encontraba,
no dejaban de lamentarse y sentirse desesperados de
su desgracia.
Quiso la buena fortuna que ella que causó
todo el desastre con su caída oyese las causas
del sufrimiento de tantos y tantos seres que, por
envidia y maldad, un brujo había causado. Se
condolió tanto de la pena que sobre esta pobre
gente pesaba que se dijo a sí misma: "Tengo
que hacer algo que mitigue tanto dolor". Y poniendo
en práctica todo lo que había aprendido
cuando aún era joven, hacía muchos años,
con una enorme voluntad, dijo algo que yo no pude
entender muy bien, pero que sonó a algo así
como "ALBA CADA CABRA". Después de
decir esto varias veces le salió la palabra
mágica, !ABRA CADABRA PATA DE CABRA, QUE ESTE
PUEBLO VUELVA A SER COMO ANTES Y EL BRUJO SE VUELVA
NADA!.
Y funcionando la magia de aquel conjuro, poco a poco
todo empezó a crecer, la gente, las casas,
los animales, las plantas... Todo rebrotó.
Y las personas que estaban llorando y riendo de alegría
por volver a ser como eran antes, besaban y abrazaban
a la señora que, gracias a su caída
y al desastre que había provocado, les pudo
devolver la felicidad.
Por si acaso se preguntan qué fue lo que pasó
y qué fue del hijo del gobernador y de Mariselita,
les diré que estos se casaron y tuvieron tres
hijos. Uno de ellos, el menor porque nació
el ultimo, es el que me contó esta historia
que yo escribo aquí porque no tiene por qué
ser mentira, y creo que es verdad. Y tú, querido
lector, ¿qué piensas?
Yo también he estado buscando al brujo de
este cuento para oír su versión, pero
nadie lo volvió a ver jamás.
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