Un grupo
de 56 alumnos del taller de Historia del CEPA de Los
Corrales de Buelna realizó un viaje cultural
a Palencia el pasado día 26 de noviembre, organizado
por el departamento de Historia. El motivo de la excursión
era conocer joyas arquitectónicas de la historia
peninsular que abarcaban desde la etapa visigoda,
pasando por el Románico hasta llegar a la gótica.
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Monasterio
de Carrión de los Condes. |
Que tenemos un patrimonio artístico y cultural
en nuestro país es de todos sabido, que ha
estado abandonado por años y años también,
que afortunadamente se ha ido tomando conciencia y
se va poniendo remedio es de las ideas más
recientes. Eso nos ha permitido a un grupo de estudiantes
del CEPA Los Corrales de Buelna hacer una inmersión
en el pasado.
Empezamos nuestro periplo en la España visigoda.
En nuestros años de Bachillerato nos hicieron
aprender la lista de los reyes godos, tan numerosos
porque algunos empezaban y terminaban su reinado en
el mismo día. Baños del Cerrato fue
nuestra primera visita. La basílica de San
Juan de Baños fue consagrada en el año
661 por el rey Recesvinto y aquí ya se mezclan
la historia y la leyenda. El lugar era conocido por
los romanos, que disfrutaron de las propiedades curativas
de sus aguas. No en vano ellos, sabios, ya gozaban
de los spa 'saluten per aquam'. Y el rey, aquejado
de una posible nefritis, tomó las aguas, sanó
milagrosamente y mandó construir la basílica,
de la que pudimos contemplar su belleza y sencillez.
Como era habitual en la época, se aprovecharon
elementos que ya estaban allí; columnas y capiteles
y la técnica de construcción de los
que habían estado antes, los romanos. Fue uno
de los primeros lugares de culto paleocristiano de
la Península Ibérica, siendo respetada
por el invasor árabe, pues San Juan aparece
citado en el Corán.
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Junto a la Iglesia de San Juan de Baños,
con mis compañeras Eva y Teresa Pérez-Rasilla,
de izquierda a derecha.
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Palencia fue nuestra siguiente visita, su catedral,
llamada "la bella desconocida" y desde ahora
rebautizada por sus ciudadanos como "la bella
reconocida". Su cripta dedicada a San Antolín
te llama la atención porque, a pesar de estar
soterrada, tiene ventanas y puerta. De nuevo se unen
historia y leyenda. En su huida de la invasión
árabe los cristianos trajeron consigo las reliquias
del santo y levantaron una pequeña capilla
que para esconderla fueron cubriendo de tierra hasta
formar un túmulo que quedó camuflado
con el paisaje y olvidado. El rey Sancho de Navarra,
señor de Palencia, cazando perseguía
a un jabalí herido que se escondió entre
unas zarzas. Allí encontró una cavidad
y parece que el santo le pidió que lo rescatara
del olvido y así lo hizo el monarca; excavó
el pequeño oratorio y construyó una
iglesia que más tarde fue enterrada por una
románica que a su vez fue reemplazada por la
esbeltez y la luz de la actual catedral gótica
que ha llegado a nosotros en perfecto estado ("la
bella reconocida").
Paréntesis para disfrutar de una buena comida
y de nuevo a la carretera, ahora nos esperaba San
Zoilo, otro mártir, esta vez andaluz quien,
por avatares del destino, acabó dando con sus
reliquias en Carrión de los Condes y allí
los eremitas, que estaban repartidos por las cuevas
del entorno, acabaron animados por San Benito a agruparse
y fundar un monasterio, eje de la vida y el saber
de la Edad Media. Los monjes administraban las tierras,
se crearon grandes latifundios en torno a los monasterios,
se copiaban libros, se conocía el cultivo y
los usos de las plantas medicinales, se aplicaba justicia
y los señores feudales, la mayoría de
ellos analfabetos, les concedían grandes privilegios.
Los abades y abadesas llegaron a ser tan poderosos
que eran dueños de vidas y haciendas. Puede
que tanto poder fuera la causa de su caída
y que diera lugar a la desamortización de Mendizábal,
que terminó con la desaparición de muchos
de ellos. Pero de los que perduraron como este de
San Zoilo podemos contemplar su impresionante arquitectura.
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Altar mayor
de la iglesia de Santa María en Frómista. |
Y para acabar, Frómista y su impresionante
iglesia románica de San Martín, adonde
llegamos caída la tarde entre dos luces. El
interior se presenta bello después de una muy
inteligente y respetuosa restauración; no por
visitada otras veces deja indiferente a nadie, pues
siempre el que lo contempla aprecia algo que se le
pasó por alto la vez anterior. El salir ya
de noche, con una luna llena que todavía resaltaba
más lo preciosa que es por fuera, fue el digno
remate de un día perfecto. La luna llena nos
acompañó por tierras castellanas y Cantabria
nos recibió con lluvia.
Llegué a casa llena de gozo por lo que había
disfrutado y me dormí soñando con reyes
godos, mártires, iglesias y monasterios. Esta
mañana he pensado que si en otros momentos
de la historia hemos sido capaces de convivir árabes,
judíos y cristianos, ¿qué nos
está pasando en la actualidad?
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