El devastador 
                            terremoto ocurrido en Japón y su posterior 
                            tsunami nos muestra claramente la fragilidad del ser 
                            humano ante las fuerzas de la naturaleza. Japón, 
                            país bien acostumbrado a los temblores de tierra 
                            al estar situado en el llamado 'cinturón de 
                            fuego del pacifico', acaba de recibir tres de los 
                            más duros golpes que puede soportar una población. 
                          
                          
                           Primeramente un gran terremoto con magnitud 9 en 
                            la escala de Ritcher, seguido de un terrible tsunami, 
                            ocasionado por el terremoto, y que afectó a 
                            toda la costa del pacifico japonés y muy particularmente 
                            a la costa del noreste del país y que trajo 
                            consigo olas de hasta 10 metros de altura, siendo 
                            su fuerza tal que se estima en diez mil el número 
                            de muertos y en más de quince mil el número 
                            de desaparecidos; y en tercer lugar, un grave accidente 
                            nuclear producido en la central nuclear de Fukushima, 
                            creada a principios de los años setenta y que 
                            no pudo aguantar el envite de las enormes olas que 
                            la golpearon con toda su fuerza al encontrarse en 
                            plena costa.  
                            Con el corte de la corriente eléctrica debido 
                            al terremoto y la paralización de los motores 
                            diesel de emergencia por la llegada del tsunami, la 
                            central se quedó sin la energía necesaria 
                            para mover el agua que debía refrigerar los 
                            reactores nucleares. Esto ocasionó la más 
                            que posible fusión del núcleo de los 
                            mismos, provocando unos enormes niveles de radioactividad 
                            que se extienden por todos lados, principalmente por 
                            el medio marino, donde ya se han vertido al mar más 
                            de 10.000 toneladas de agua radiactiva, así 
                            como por el aire, donde los escapes de vapor producido 
                            tras varias explosiones han hecho que salgan enormes 
                            cantidades de gases nocivos debido a la rotura que 
                            ha tenido lugar en la coraza que cubre algunos de 
                            los reactores y que el gobierno japonés, a 
                            pesar de sus esfuerzos y de la ayuda internacional, 
                            no ha conseguido detener. 
                          Automáticamente, y a nivel mundial, se ha 
                            producido una enorme alarma seguida de intensos debates 
                            acerca de la continuidad o no del desarrollo de la 
                            energía nuclear como fuente de energía 
                            abundante, limpia y segura. En Europa, por ejemplo, 
                            el 15 por ciento de la energía que se utiliza 
                            proviene de las centrales nucleares, aunque hay países, 
                            como Francia o el Reino Unido, que tienen un porcentaje 
                            aún mayor. En países como España 
                            o Alemania estos debates tienen una intensidad especial 
                            porque algunas de sus centrales más viejas 
                            acaban de recibir el visto bueno de sus gobiernos 
                            para prorrogar su vida útil unos años 
                            más, ya que habían llegado al final 
                            de su vida prevista. Ante estos debates la canciller 
                            alemana Ángela Merkel ha decidido suspender 
                            temporalmente la ley que permitía alargar la 
                            vida útil de estas centrales, aunque en principio 
                            es una moratoria que será valida solo unos 
                            meses.  
                          En estos debates se están dejando sentir de 
                            manera muy significativa, como no podía ser 
                            de otra manera, algunas ONGS y los ahora, tan de moda, 
                            llamados partidos verdes, que están haciendo 
                            hincapié en que uno de los mayores problemas 
                            de las nucleares no son sólo los accidentes 
                            sino la manera de deshacerse de los residuos que producen 
                            y donde, después de varias décadas, 
                            no se ha llegado a acuerdos sobre la forma de eliminarlas 
                            porque nadie las quiere cerca. No nos olvidemos que 
                            se están vertiendo estos residuos en fosas 
                            marinas a varios miles de metros bajo el nivel del 
                            mar y no sabemos qué consecuencias puede tener 
                            esto con el paso de los años. 
                          
                             
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                               Ciudadanos 
                                  japoneses pasean por una ciudad.  | 
                             
                           
                          Llegados a este punto estamos ante dos posturas muy 
                            distintas, la primera defiende claramente el mantenimiento 
                            de la energía atómica como algo irrenunciable 
                            en el siglo XXI, por entender que es mucho mejor la 
                            explotación de esta energía que la del 
                            carbón, gas o petróleo, ya que éstas 
                            son mucho más caras, dañan el medio 
                            ambiente y que además la mayoría de 
                            ellas se encuentran localizadas en regiones altamente 
                            conflictivas como Oriente Próximo o Venezuela. 
                            Destaca además que esta energía, salvo 
                            en el caso de fuga radiactiva, es completamente limpia 
                            porque no emite gases dañinos a la atmósfera. 
                          Por otro lado, se encuentran aquellos que defienden 
                            la necesidad urgente de buscar energías no 
                            contaminantes, renovables y seguras, argumentando 
                            para ello la necesidad de poner en funcionamiento 
                            las ideas que desde hace un tiempo han tenido algunos 
                            científicos para poder explotar mucho más 
                            y mejor la energía mareomotriz, la eólica 
                            y la solar, al ser completamente limpias y baratas, 
                            además de ser energías inagotables, 
                            a diferencia de las otras que se están acabando. 
                            ¿Por qué entonces no se ponen más 
                            en funcionamiento estas energías? A buen seguro 
                            que aquí es donde entran en juego alguno de 
                            los intereses de los gobiernos y de las personas más 
                            acaudaladas del mundo. No hay que olvidar que los 
                            impuestos que se obtienen sobre los combustibles son 
                            sumas enormes sin las cuales algunos de estos gobiernos 
                            no podrían sobrevivir. En el caso de las centrales 
                            nucleares tanto en su creación como en su posible 
                            reparación las cantidades de dinero que se 
                            mueven son elevadísimas y ello invita a que 
                            las tentaciones empresariales puedan falsear datos 
                            y presentar como seguro algo que no lo es, presentando 
                            informes de seguridad no del todo correctos. Así 
                            pues, la pérdida de confianza sobre la seguridad 
                            en las plantas nucleares en todo el mundo ha hecho 
                            que el Organismo Internacional sobre Energía 
                            Atómica vaya a someter a pruebas de resistencia 
                            a todas las centrales de los países desarrollados, 
                            sobre todo después de demostrarse, en estos 
                            días, que en Japón la mayor central 
                            nuclear de todo el mundo, la central de Kashiwazaki, 
                            está construida sólo a 15 kilómetros 
                            de una falla tectónica y que algunas centrales 
                            de la antigua Unión Soviética podrían 
                            presentar graves defectos producidos por el paso de 
                            los años. Sumemos a todo esto, cómo 
                            se podría calentar, más aún, 
                            la zona del Oriente Medio si nuevos países 
                            acceden a la energía nuclear. 
                          Podemos concluir que ante esta nueva catástrofe 
                            nuclear quizá debamos pararnos a pensar si 
                            es ya el momento de abandonar nuestras actuales fuentes 
                            de energía y dar el paso definitivo hacia nuevas 
                            fuentes que nos permitan vivir mejor y más 
                            seguros; no olvidemos que el ya lejano desastre de 
                            Chernóbil sigue afectando a millones de personas 
                            que comen y beben productos contaminados de Cesio, 
                            Plutonio, y Uranio, metales pesados que en algunos 
                            casos durarán en el ambiente cientos de años. 
                          Por último, hay que rendir un merecidísimo 
                            homenaje a esos heroicos trabajadores japoneses que 
                            estos días han sacrificado sus vidas en la 
                            central de Fukushima para tratar de controlar los 
                            reactores dañados. Nuestro agradecimiento por 
                            ello. 
                           
                           
                           
                            
                           
                          
                             
                               
                                    
                                    SUBIR 
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