El pasado
15 de mayo el colegio La Salle celebró el acto
de graduación de su 63 promoción. 60
alumnos abandonan el colegio para iniciar sus estudios
universitarios. Todos ellos han vivido momentos inolvidables
en 'su casa' durante muchos años, involucrándose
en todo lo que se les ha ofertado: voluntariado, deporte,
salidas, grupo de teatro, reporteros de InterAulas,
etc. Marta Balbín, en representación
de todos ellos, ha querido escribir unas líneas
para todos nosotros.
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Todos los bachilleres
que se gradúan este curso. |
Uno de los recuerdos más claros que tengo de
mi infancia es del día que, como no quería
ir a clase, me puse a llorar por una pequeña
herida que me hice en la rodilla. Pero a las madres
no se las engaña tan fácilmente. Las
lágrimas de nada sirvieron. Nieves me abrió
la puerta de clase como si nada pasara, aunque yo
entrara llorando a pleno pulmón. Me dio una
pomada. Asunto resuelto.
Recuerdo que no me gustaba absolutamente nada ir a
clase. Pero por alguna razón, poco a poco,
me fui acostumbrando. Me fui acostumbrando tanto a
ir cada mañana a La Salle que este colegio
ha llegado a ser mi segunda casa. Nuestra segunda
casa.
Son ya 15 años los que muchos llevamos aquí.
Algunos más felices que otros. Este colegio
nos ha visto crecer, ha estado en momentos muy importantes
en nuestras vidas.
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Los alumnos
asistieron a una misa celebrada en el colegio. |
Aquí hicimos nuestras primeras amistades, tuvimos
nuestros primeros enfados. Aquí nos ganamos
nuestros primeros aprobados y nuestros primeros suspensos.
Nuestros primeros castigos y premios.
Aquí, quien más y quien menos, ha estado
involucrado en alguna actividad del colegio: nos hemos
disfrazado en Infantil para representar obras navideñas.
Hemos disfrutado muchas horas de Primaria jugando
en el patio y otras tantas ensayando para el festival
Piquío. Hemos ido a Bujedo, a Madrid, a Barcelona
y a Valencia. Hasta nos hemos atrevido a cruzar la
frontera para quedarnos unos cuantos días en
Francia. Año tras año nos hemos agotado
en la Marcha PROYDE, aunque con el baño en
la Virgen del Mar el agotamiento duraba poco.
Hemos escuchado muchos pregones de las fiestas del
colegio hasta que, un año, nos tocó
a nosotros ser los protagonistas. Hemos ido a concursos
y olimpiadas, hecho grandes representaciones teatrales.
Hemos realizado entrevistas, formado parte de Grupos
Cristianos y del P.A.S., ayudando como voluntarios.
Hemos corrido tras el Toro de Fuego en las fiestas.
Nos hemos enfadado con profesores y también
nos hemos reído con ellos.
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No faltaron
las actividades deportivas. |
Aquí pasamos de ser niños a ser adolescentes.
Ahora estamos ya comenzando a ser adultos.
Miente quien dice que tras 15 años en este
colegio no se lleva nada, porque eso es imposible.
Y si me preguntan qué me llevo yo, no me estarían
haciendo la pregunta adecuada. La pregunta es qué
no me llevo. Me llevo la formación, sí,
pero además me llevo mi forma de pensar, mi
forma de actuar. Mi forma de vivir y de sentir la
vida. Me llevo mil recuerdos malos y un millón
de buenos recuerdos. Me llevo a cada una de las personas
que me han acompañado durante estos 15 años
de vida en La Salle. Tardaría demasiado si
las nombrara a todas. Dudo mucho que cualquiera de
nosotros pueda olvidar todo lo que este colegio nos
ha dado.
Guardemos nuestros buenos recuerdos aquí vividos.
Olvidemos los demás. Ahora nos toca irnos,
pero no nos vamos sin más. Sabemos que podemos
volver. Aquí tenemos nuestra casa. La hemos
tenido durante estos 15 años y aquí
seguirá estando, esperándonos por si,
algún día, decidimos regresar.
Nos vemos en el camino.
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