Mucho se
ha debatido sobre las posibles pérdidas económicas
en el sector de la hostelería ya que la nueva
ley antitabaco, más restrictiva que la anterior,
impide fumar en bares, restaurantes, locales de ocio
y hoteles. Ya no hay adaptación posible, como
sí la hubo hace cuatro años, cuando
los propietarios realizaron obras para poder conseguir
el permiso oportuno. Ahora la prohibición es
total dentro del establecimiento.
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El famoso asador
Guadalmina de Marbella, que se rebeló
contra la ley. |
La Ley 28/2005 de 26 de diciembre de medidas sanitarias
frente al tabaquismo y reguladora de la venta, el
suministro y la publicidad de los productos del tabaco
supuso un paso muy importante en la política
de nuestro país en la lucha contra el tabaquismo,
tanto en lo que se refiere a la prohibición
de fumar en lugares públicos como en la deshabituación
del tabaco.
Después de cuatro años de aplicación
de esta Ley se vio la necesidad de avanzar en la prohibición
de la salud de los ciudadanos, ampliando la prohibición
de fumar en espacios públicos cerrados y colectivos,
con lo que se beneficiarían especialmente dos
colectivos: el de los menores, grupo expuesto al humo
del tabaco en los lugares públicos cerrados,
y el de los trabajadores del sector de la hostelería,
expuestos al humo de tabaco ajeno. En la línea
seguida en materia de prevención y control
del tabaquismo por la Unión Europea, Ley 42/2010
de 30 de diciembre modifica la citada Ley 28/2005,
prohibiendo fumar en los espacios públicos
cerrados, en los accesos a los centros sanitarios
y en las zonas infantiles.
Un reciente informe del Instituto de Estudios Económicos
cifra también en el 10% la caída de
la cifra de negocios del sector, con lo que estima
que dejarán de ingresar 7.000 millones de euros;
si bien prevé que los puestos de trabajo que
se pierdan supongan un 3,5% del total, más
de 50.000 empleos. El mundo empresarial de la hostelería
y la restauración se enfrenta a un reto muy
importante en unas circunstancias económicas
muy delicadas. Los efectos de la norma serán
muy diferentes según el equipo del local y
no tendrá el mismo impacto en un restaurante
que en un bar. El objetivo principal es no perder
clientes y mantener a los fumadores en sus restaurantes,
bares o discotecas, pero dentro de la ley, lo cual
no es nada fácil. Por ello, este sector de
la hostelería está buscando diferentes
fórmulas que se podrían adoptar para
intentar paliar en parte las previsibles pérdidas,
estableciendo diferentes propuestas, pasando a analizar
alguna de ellas:
- Posibilidad de habilitar, tras la autorización
municipal oportuna, una zona nueva de terraza durante
todo el año; eso sí, dotada de calefacción
e incluso poniendo a disposición de los clientes
mantas para las piernas. Sin embargo, no todos los
bares podrán tener las mismas oportunidades,
ya que un establecimiento de la zona peatonal tendrá
más facilidades para sacar la terraza a la
calle que uno que se encuentre en un vial con una
acera estrecha.
- Ante una climatología adversa hay que intentar
proteger a los clientes mediante la instalación
de toldos de brazo extensible con cortinas laterales,
o de pagodas o carpas, algo común y cotidiano
en Europa Central y del Norte donde, por su climatología
en general y porque la ley se puso en práctica
antes que en España ya se ha demostrado su
funcionamiento.
- Setas calefactores junto a las mesas: el precio
de estas estufas puede llegar hasta los 400 euros,
al margen del consumo energético, según
sea de gas o eléctrica.
- También se empieza a hablar mucho de transformar
los bares en clubes privados donde la gente pueda
fumar, lo cual estaría dentro de la ley y por
tanto se "salvaría" la prohibición
de fumar para la gente que lo quiera hacer. Pero si
nos damos cuenta de lo que supone cambiar la licencia
de un bar por la de un club privado, vemos que es
una solución de difícil aplicación.
- Instalación en el exterior de los establecimientos
de toneles donde apoyar las bebidas y ceniceros.
- En los locales de ocio nocturno como discotecas
o pubs, incorporación de un servicio de guardacopas
ante la desconfianza de muchos clientes que tienen
que dejar la copa en el interior cuando se van a fumar
por el riesgo de que otros clientes se la roben o
manipulen.
Aún siendo los hosteleros doblemente críticos
con la ley, bien porque piensan que esta norma afectará
a sus negocios en un momento de crisis, donde ya resulta
realmente difícil mantener los locales abiertos
o bien porque creen que la ley pone la responsabilidad
de que se cumpla sobre ellos, obligándoles
a "ejercer de policías", confían
en que la puesta en marcha de las fórmulas
antes relacionadas ayuden a mantener sus negocios
sin excesivas pérdidas. Pese a la incertidumbre
de si los hosteleros denunciarán a sus clientes
infractores, lo que está claro es que la ley
sí castigará a los hosteleros que permitan
fumar en su establecimiento. Fumar en un lugar prohibido
puede salir muy caro, sobre todo para los propietarios
de los locales. En función del tipo de infracción,
las multas pueden ir desde los 30 euros hasta los
600.000. Es pronto para saber si realmente esta nueva
legislación, más restrictiva que la
anterior, que no logró sus objetivos, y más
dura que la mayoría de leyes similares en el
entorno europeo, que en general sí han logrado
sus objetivos y se cumplen desde hace años,
logrará reducir el tabaquismo y garantizará
los derechos de los no fumadores. Tanto ellos como
los fumadores miran a esta norma con escepticismo,
y muchos critican la gran contradicción entre
defender una ley del tabaco muy rigurosa y que el
Estado reciba grandes cantidades de dinero de esa
misma fuente a través de impuestos. A día
de hoy, el sector de la hostelería sigue rechazando
mayoritariamente una legislación que considera
que perjudica ampliamente su modelo de negocio, con
el añadido del cambio de normativa, que establece
unas nuevas leyes del juego. Es decir, había
seguridad jurídica para desarrollar una actividad
empresarial y tres años después hay
incertidumbre y prohibiciones, todo ello en el marco
de una crisis económica importante. Esta inseguridad
jurídica afecta no sólo a los empresarios,
si no también a los ciudadanos y supone un
verdadero quebranto para los hosteleros que hicieron
algunas inversiones cuando la ley sí permitía
adecuar espacios para fumadores y ahora el Gobierno
modifica esa ley eliminando esas zonas.

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