Vuelven
a oirse rumores de guerra social, otra vez en el campo
de las pensiones. Los sindicatos han lanzado un nuevo
aviso al Gobierno, en forma de amenaza de huelga general,
si persiste en la reforma de las pensiones, segundo
paso de su nueva política tras la reforma laboral.
El problema no solo está en el intento del
gobierno de retrasar la edad de jubilación
hasta los 67 años sino en un nuevo sistema
de cálculo de pensiones que obligará
a trabajar más años para al final cobrar
menos. Un politica que pone en cuestión el
llamado Pacto de Toledo. Pero, ¿qué
es el Pacto de Toledo?
El Pacto de Toledo es un pacto acordado en el Congreso
de los Diputados en abril de 1995, bajo el mandato
del Partido Socialista (presidido por Felipe González),
con el fin de garantizar la continuidad del sistema
público de pensiones y de la seguridad social.
En el año 1995, atravesando una crisis económica
de moderado grado, se temía lo peor, pues los
ingresos del Estado se reducían cada vez más,
y los gastos, por el contrario, aumentaban a pesar
de la toma de medidas anticrisis llevadas a cabo por
el gobierno socialista. Esto hacía dudar, y
cada vez más, de la estabilidad de todo el
sistema y sobre todo de las pensiones, pues las empresas
adoptaban la jubilación anticipada como medida
interna anticrisis, en lugar de despedir a esos trabajadores.
Así, el problema se cargaba al Estado, que
cada vez tenía que hacer frente a más
y más pensiones, descontando los problemas
de los que antes hemos hablado.
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Congreso de los diputados.
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Para hacer frente a ese miedo, fue un partido nacionalista
catalán, Convergència i i Unió
(CIU), quien llevó hasta el Congreso la proposición
sobre las pensiones. El documento se ocupaba de retocar
aspectos tales como la separación y clarificación
de las fuentes de financiación del Estado,
la creación de un fondo de reserva, mejorar
las bases del sistema financiero y de los mecanismos
de recaudación, estudiar la financiación
de los regímenes especiales, así como
su simplificación e integración, la
integración de las gestiones del Estado, reajustar
la evolución de las cotizaciones y la edad
de jubilación, la equidad y tributación
del sistema, el mantenimiento del poder adquisitivo
de las pensiones y reformar el principio de solidaridad,
mejorar la gestión y el sistema complementario,
y crear una comisión que siguiera y analizara
la evolución del sistema.
Estas medidas y reajustes del sistema de pensiones,
aunque se aprobaron en abril de 1995, comenzaron a
surgir efecto un año después, en 1996,
ya bajo el mandato del Partido Popular (con José
María Aznar como presidente) debido a que la
crisis económica le pasó una factura
alta a González y su gobierno por la ineficacia
de sus medidas para disolver la crisis. Esas medidas
tenían como principal objetivo dejar clara
la solvencia de la Seguridad Social, dado que estaba
sometido a una elevada presión social y política.
Lo primero, como hemos afirmado antes en los puntos
que trató la reforma, consistía en separar
las fuentes de financiación de las prestaciones,
dejando de esta manera a cargo de imposición
general las prestaciones no contributivas y universales,
tales como todas las prestaciones sociales que ofrecía
el Estado. Por otro lado, dejaba a cargo del sistema
de cotizaciones sociales las pensiones contributivas,
lo que suponía un importante cambio de sistema
de prestaciones contributivas al pasar de un sistema
de reparto puro a uno en el que cada persona reciba
una pensión en función de lo cotizado.
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Evolución de la esperanza de vida
y del número de personas con derecho
a cobrar jubilación.
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También, con el fin de acabar con las dudas
ejercidas sobre las contribuciones, una vez alcanzados
los periodos en los que el país atravesaba
una época relativamente buena económicamente,
se creó un fondo de reserva con la intención
de eliminar la necesidad existente de aumentar las
contribuciones para no reducir las prestaciones en
aquellos tiempos, como los pasados y los actuales,
en los que la economía estatal está
en retroceso. Los fondos, tienen el nombre de títulos
públicos, se adquieren en mercados oficiales.
Otro punto era tratar las bases de cotización
para homogeneizar y unificar los regímenes
especiales para que las mismas cotizaciones supusieran
iguales prestaciones, haciendo excepciones en aquellos
sectores tan complicados en relación a este
tema como son la minería del carbón,
la agricultura y el sector pesquero. Además,
se diferenció aquellas situaciones que requirieran
una excepcional protección como ampliar la
edad para la recepción de pensión de
orfandad.
Por otro lado, se mejoraron los medios de recaudación
y lucha contra el fraude fiscal y la economía
sumergida, y en la gestión y fiscalización
de prestaciones como la pensión, la baja por
enfermedad y la prestación por desempleo.
También se propuso dinamizar el sector público
bajando la cotización en sectores con gran
intensidad de mano de obra o trabajos que requieran
una elevada cualificación, siempre garantizando
un equilibrio del sistema, y se dejó en 65
la edad de jubilación, con la salvedad de que
se incentiva a aquellas personas que deseen alargarla.
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Evolución de los fondos de reserva
de la Seguridad Social.
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Para controlar la evolución positiva, y en
el caso de que no fuera así alarmar y corregir
la situación, se instó al Congreso a
la creación de una comisión legislativa
no permanente que se reuniera periódicamente
para seguir la situación de la seguridad social.
En la actualidad, afrontamos nuevamente una grave
crisis económica, que hace que el actual gobierno,
socialista también, presidido por José
Luis Rodríguez Zapatero, plantee una reforma
de este pacto de Toledo, con puntos como modificar
la edad de jubilación y prejubilación,
pasando de 65 a 67, y de 52 a 58, respectivamente.
También, otro punto de considerable importancia
que pretende este gobierno retocar es la base de cotización,
elevando ésta en los últimos 15 años,
aquellos que se tienen en cuenta para calcular la
prestación de jubilación, y crear una
base reguladora única para el cálculo
de todas las prestaciones del sistema, utilizando
mecanismos homogéneos para configurar la media
de las bases de cotización que la conforman.
Ajeno a la crisis, nos encontramos con un cierto
superávit de la Seguridad Social, por debajo
de los 4 millones de euros, lo que supone un 0,33%
en relación al PIB. Esto permite en la actualidad
el pago de las pensiones públicas en España,
pero, según demuestran diversos estudios, con
la evolución que presenta nuestro país
el superávit acabará en 2014. Entonces,
la única solución para poder seguir
pagando pensiones será abrir el fondo de reservas
de la Seguridad Social. Pero, como es de suponer,
este fondo está bastante limitado y no duraría
demasiado, porque al paso de los años más
va a aumentar el déficit de la Seguridad Social.
Esto nos hace reflexionar sobre la situación
actual, relacionándolo con un futuro bastante
próximo, y la reflexión concluye en
que es urgente, muy urgente, reformar el pacto, endureciéndolo
y tomando una serie de medidas que, aunque no nos
gusten, irán a favor de todos: poder cobrar
una pensión pública después de
haber trabajado. Estas medidas son muy necesarias,
porque la situación no va a mejorar, ya que
los orígenes del problema continúan
aumentando, como son la cada vez más baja natalidad
y, por otro lado, la cada vez más alta esperanza
de vida.
Fuentes: Boletín Oficial
del Estado, un informe del Instituto del Capital Social
de la Universidad Abad Oliba CEU y Wikipedia.
Fuentes de las imágenes: Moncloa, Intereconomía,
Público y La Razón.

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