Es conocido
por todos que Sniace y Solvay son las dos empresas
principales de Torrelavega y dos de las más
importantes de Cantabria. Pese a que sus vertidos
contaminan ríos, el Saja y el Besaya, al que
Sniace vierte 1.000 litros de residuos y metales pesados
por segundo, y el aire, proporcionando a Torrelavega
ese característico mal olor (al que finalmente
te acabas acostumbrando) son imprescindibles para
la economía de la comunidad. Además
es muy perjudicial para la salud, llegando a causar
muertes prematuras.
Y es que, en el caso concreto de Sniace, sus residuos
superan a los que produce una ciudad de medio millón
de habitantes, convirtiendo a Torrelavega en la ciudad
más contaminada de España. Sniace junto
a Solvay, hacen que esté dentro de las ciudades
más contaminadas de Europa, una posición
que no le gustaría tener a ninguna ciudad.
Pero ahora pongámonos en
el caso de que, debido a sus repetidos incumplimientos
en el vertido de material contaminante al medio ambiente,
retirasen a Sniace la autorización de permiso
de vertido y se viesen obligados a cerrar la fábrica.
Las consecuencias serían muy significativas,
no sólo a nivel de Torrelavega sino también
a nivel de comunidad autónoma.
Los primeros afectados serían
los trabajadores. La Universidad de Cantabria estima
que Sniace crea 2.250 puestos de trabajo, teniendo
en cuenta empleos directos e indirectos. Estos últimos
rondan los 1.200 empleados, una cifra verdaderamente
alta que pondría en riesgo la economía
de muchas trabajadores que ciertamente no tienen mucho
que ver con Sniace.
Lo peor para esta gente sería
la dificultad para encontrar otro trabajo, debido
a la situación en la que se encuentra actualmente
en España, que haría a muchas familias
tener que desplazarse a otras ciudades. Y no es tan
preocupante la gente menor de 30 años como
la de 45 en adelante, que difícilmente encontrará
otro trabajo, sobre todo los que no poseen formación
alguna.
Además, otro problema relacionado
con la suspensión de trabajadores sería
que todos los empleados despedidos dejarían
de destinar tanto dinero al consumo como cuando tenían
trabajo, gastando sólo en productos básicos
y necesarios. Esto afectaría también
a los establecimientos cuyos productos son prescindibles,
llegando algunos hasta al cierre de su negocio, provocando
así un círculo vicioso.
Otra consecuencia importante derivada
del cierre de Sniace sería una disminución
del pago de impuestos al gobierno cántabro,
muy importantes para proporcionar subvenciones a PYMES
y autónomos, becas a estudiantes o investigadores
que necesitan ese dinero para pagarse la carrera o
las investigaciones, subvenciones que incentivan la
venta de un producto aumentando el número de
sus compradores, ayudas destinadas a la maternidad
con el fin de incrementar la tasa de nacimientos,
subvenciones para comprar o alquilar casas... y por
supuesto, para reformas y proyectos en marcha, como
la autovía Solares-Torrelavega, suspendida
en estos momentos debido a los recortes del Ministerio
de Fomento.
Y como estos un sinfín más
de ámbitos que dejarían de recibir parte
del dinero procedente de los impuestos de Sniace,
que en algunos casos resultan imprescindibles.
Pero no todo iban a ser consecuencias
negativas, la salud de todos los habitantes de Torrelavega
y alrededores mejoraría considerablemente,
el Besaya dejaría de resentirse por los residuos
vertidos y el aire se purificaría. Aunque,
cierto es, que todavía quedaría el problema
de Solvay.
Fuentes: 20minutos, El Diario Montañés,
El País y www.usosniace.com
Pie de foto: Fotografía tomada de El Diario
Montañés.

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