El repaso escolar diario en vacaciones contribuye
a no perder el hábito de estudio. Los adultos
pueden desconectar, los niños no deben.
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Ilustración
de un niño en la playa- LUIS F. SANZ
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Los profesores recomiendan que en sus casi tres meses
de descanso dediquen un rato al repaso. El material
escolar ofertado hoy resulta apetecible, poco recuerda
al tedioso y gris al que se enfrentaron sus padres.
"Los primeros 20 o 30 días de curso los
pasas repasando lo del año anterior. Pierden
la fluidez al escribir y leer que tenían en
junio. Por eso se nota mucho la diferencia entre los
que en verano han seguido leyendo y escribiendo y
los que no", razona Germán Caballero,
maestro de primaria en Valladolid. "En estas
edades tempranas ponerles cuentas o a escribir en
una libreta vale lo mismo que el cuadernillo si los
padres se implican", precisa. "Muchas familias
que son muy exigentes nos reclaman deberes. Y si algún
niño va retrasado en algo, somos los profesores
los que sugerimos que trabajen. Pero no hay que olvidar
que el verano es para descansar".
"En el departamento echamos un vistazo a los
diferentes cuadernillos, elegimos uno y les mandamos
una cartita recomendándolo a los padres",
cuenta el proceso Noelia Rubio, profesora de inglés
en un centro madrileño. "El problema es
que los padres compran los libros y se desentienden.
Entonces no sirve de nada. Hay que estar encima del
niño, revisar que lo ha hecho y corregirlo.
Exige un esfuerzo extra que los mayores no están
dispuestos casi nunca a hacer", lamenta.
Es una oportunidad para saber qué estudian
los hijos y qué nivel tienen, pero el repaso
de septiembre está casi asegurado.
Información
publicada en:
http://www.elpais.com/articulo/educacion/verano/minutos/rutina/

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