En el Aula Hospitalaria Valdecilla estudian niños
que pertenecen a centros escolares diferentes. Durante
un tiempo permanecen allí estudiando y es allí
donde han escrito este cuento.
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Aula Hospitalaria Valdecilla.
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Un día estando en el hospital en el ala de
los niños, las enfermeras les dijeron que había
un aula donde se podía ir a jugar. Yo tenía
mucho miedo porque delante de mí pasaban un
montón de médicos con batas que parecía
que hablaban en chino pues yo no entendían
nada de lo que decían, pero me asusté
aún más cuando me dijeron que me tenían
que operar de apendicitis. Menos mal que después
de las pruebas, ecografía, electro y analíticas
me dijeron que no. También me puse un poco
nervioso cuando me dijeron que me iban a ingresar
en planta, pero una vez alli sentí que no era
para tanto y que allí se pueden hacer amigos,
en la habitación, en el cole, etc.
Los niños, ya aburridos, no se lo pensaron
dos veces antes de ir a aquella sala. Cuando se encontraron
todos se dieron cuenta de que aunque había
muchos juegos eran sólo tres niños,
y entonces, como no se les ocurría nada a qué
jugar, decidieron contar sus historias.
Entonces el más mayor, Javier, que tenía
13 años y era de Zaragoza, empezó con
su historia:
Una semana atrás había sentido unos
fuertes dolores de estómago y había
acudido al hospital. Allí le dijeron que las
pruebas realizadas daban bien pero como seguía
teniendo dolores y los médicos no sabían
lo que le pasaba le dejaron ingresado en la décima
planta del hospital. En su habitación había
un chico que se llamaba Héctor que le enseñó
dónde estaba el aula de juegos.
Héctor había empezado el lunes con
dolores en las piernas y estuvo una semana con un
dolor terrible por lo que acudió al hospital
donde lo ingresaron. Alli acudió al aula del
hospital donde jugó al monopoli con una profe
y con Nerea, a las que le dio una paliza de aupa al
dia siguiente.
Celia tenía muchos problemas en su tripa,
por lo que acudió al hospital. A las 9 de la
mañana me tenían que meter una sonda
por la nariz para ver si tenía algo en el estómago.
Yo estaba muy nerviosa. Al lado mio estaba Manuela,
la enfermera, y Loli, la auxiliar. Éstas ya
conocían a Celia porque ella había venido
muchas veces al hospital. Me sujetaron las manos y
me pusieron la sonda pero me molestó ni me
dolió nada.

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