Hay combinaciones que, aparentemente, son imposibles.
El fuego y el agua, el tabaco y la salud, el teléfono
móvil y el silencio .... Pero para romper tópicos
está la vida y Daniel nos demuestra que entre
un murciélago y el sol puede nacer una duradera
amistad.
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Érase
una vez un murciélago llamado Agustino
que tenía una enemiga que se llamaba
Lola, pero era muy raro porque era un sol.
Y ya sabéis todos que los soles no hablan.
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A Lola no le gustaba nada Agustino
porque no aprovechaba el sol. Agustino lo que hacía
era quedarse a dormir ahí en su cueva.
Y
Lola cuando era
de noche se iba y
entonces justo
Agustino salía a
darse un paseo
por el cielo,
pero Lola
no sabía que
los murciélagos
salían sólo de noche. |
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Y
a la mañana siguiente
salió otra vez Lola
y dijo "¿por qué no
te atreves a salir?"
Y entonces Agustino
salió y se le empezó
a quemar todo el cuerpo
y se volvió a meter
en la cueva. |
Entonces Lola bajó hasta la cueva y le dijo
"lo siento, porque no sabía que no podíais
salir durante el día".
Y entonces Lola le dijo a Agustino que si era su
amigo y Agustino dijo que sí. Y fueron amigos
para toda la vida.

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