En 1999
los responsables europeos de Educación firman
la Declaración de Bolonia, que establecería
la creación de un Espacio Europeo de Educación
Superior (EEES). Diez años después,
profesores y alumnos de Bachillerato y Secundaria
se desesperan por la implantación de un nuevo
plan que, pese a crear unas competencias profesionales
que igualan a nivel educativo a toda la Unión
Europea, da lugar, en ciertas promociones y a distintos
niveles, a la imposibilidad de acceder a grados universitarios
por ramas de conocimiento de Bachillerato por las
que hasta ahora sí se podía.
Uno de los objetivos de las reformas de las Educaciones
Secundaria y Superior que hoy en día vivimos
es, precisamente, la mayor y más temprana especialización
de los alumnos en aquello que deciden estudiar. Esto
implica, por una parte, que si antes un alumno empezaba
a tomar decisiones sobre su futuro al matricularse
en Bachillerato, ahora en 3º y 4º de ESO
ya fije en gran medida la trayectoria que va a llevar
en sus próximos años de vida. Por otro
lado, hace que a cada carrera, preferentemente, sólo
le corresponda una rama de Bachillerato (sobre todo
hablaríamos de algunas a las que se accedía
por el Bachillerato de Ciencias Sociales que han pasado
a estar adscritas únicamente al de Ciencias
de la Salud). Si bien esto busca en los alumnos lo
que podríamos denominar como una “madurez
prematura” (otro de los objetivos del Marco
de Bolonia), plantea dos problemas que procedo a mencionar:
- La implantación del Plan Bolonia en el curso
académico 2010/11 (con la modificación
en la estructura de las Pruebas de Acceso a la Universidad
que ésta conlleva) hace que, habiéndose
publicado los decretos correspondientes y coeficientes
de ponderación a partir de mayo de este año,
la decisión afecte a alumnos de 4º de
ESO, quienes si quieren estudiar INEF o Psicología
no se pueden desprender de la Física o de las
Matemáticas de 4º (sólo podrían
acceder por el Bachillerato de Ciencias de la Salud
a estas carreras); los de 1º de Bachillerato
(que si se desprendieron de ellas en 4º para
acceder a dichos grados por 'letras' tendrían
que recuperar ese tiempo con clases particulares y
pasarse al Bachillerato de Ciencias de la Salud),
pero sobre todo a los alumnos de 2º, entre los
que me encuentro, que elegimos un Bachillerato de
Ciencias Sociales para estudiar una carrera a la que,
en mayo, junio, julio, agosto o septiembre (dependiendo
de las universidades), nos hemos enterado ya no se
puede acceder por dicha rama.
- La necesidad por parte de los alumnos desde muy
temprana edad (14-15 años) de descartar prácticamente
un 70% de las carreras que podrían estudiar
para especializarse en las materias propias del 30%
restante de carreras que, a finales de su 3º
de la ESO, piensan que van a querer estudiar, no cabiendo
posibilidad de error en la elección a no ser
que uno se quiera tirar el verano estudiando Física
y Química, Matemáticas y Dibujo por
su cuenta, por poner un ejemplo, si quiere estudiar
Psicología y escogió Latín.
Es ésta la difícil situación
en la que muchos alumnos de 2º de Bachillerato
que deseábamos estudiar Psicología,
que querían estudiar INEF o pretendían
entrar en Magisterio, nos encontramos. Se siente mucha
impotencia al saber que facultades en las que antes
podías estudiar ahora no puedes, sólo
en dos o tres (generalmente las más nuevas
o las menos prestigiosas, todo sea dicho) se podrá,
y otras en las que hasta poco antes de hacer las PAU
no sabrás si podrás ser admitido. Por
otra parte, las soluciones en manos de nosotros, los
alumnos, son pocas o inciertas; cambiarse de modalidad
o prepararse Biología o Química por
cuenta propia son suicidios académicos e ir
a una universidad privada no está al alcance
de cualquiera. Sólo podemos esperar que las
universidades recapaciten, que se plantee una moratoria
para esta ley o por lo menos se nos dé una
posibilidad para llevar a cabo los estudios que deseamos.
Esperemos que este pequeño resquicio legal
no llegue a afectarnos y que nuestra lucha por estudiar
lo que queremos y abrirnos camino en el mundo laboral
sólo nos haga entender un poco mejor una de
las máximas de Freud: “He sido un hombre
afortunado en la vida: nada me fue fácil”.

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