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Red-acción
II Época / Nº36
Noviembre-Diciembre
2009
ÉRASE UNA VEZ

Bienvenidos al reino de la imaginación

Por Eva y Daniel, alumnos de 5ºB de Primaria del CP Cisneros de Santander

Los niños de 5ºB de Primaria del CP Cisneros no paran de crear historias. Esta vez son Eva y Daniel los que nos envían sus cuentos, dos historias en las que Ricitos es la protagonista.

Cualquier personaje tiene cabida en tu imaginación.

Ricitos y la casa encantada
Por Eva López

Érase una vez una niña que se llamaba Eva y la llamaban Ricitos por los largos rizos que la caían sobre los hombros. Era una niña traviesa y misteriosa, vivía en un pueblo llamado Roquecer, un pueblo pequeño y bonito.

Ricitos siempre llevaba un lacito rosa, pero esa mañana no lo pudo encontrar ni en su habitación ni en el resto de la casa. Pensando llegó a la conclusión de que sólo se lo podía haber quitado o escondido su amigo Víctor, que era tan bromista como ella. Entonces decidó mirar donde su amigo solía esconder las cosas.

Al final fue a la casa tenebrosa del bosque, donde no entraba ningún niño porque les daba miedo. Como estaba oscuro encendió una antorcha que estaba en la pared, ayudada por una cerilla. Con la claridad de la luz se asustaron unos murciélagos que salieron volando asustándola y agachándose al pasar volando.

Después de mirar por todas las habitaciones, salió sin encontrar el lazo y en la puerta estaba Víctor que venía con el lazo, descubriendo que había sido una broma de él. Y nos fuimos juntos para el pueblo.

Colorín colorado este cuento he inventado.

 

Ricitos y los lobos
Por Daniel Salas

Érase una vez una niña que la llamaban Ricitos de Chocolate y vivía en el bosque. Tenía miedo porque vivían tres lobos en medio del bosque: el niño, la madre y el abuelo. El abuelo era un pesado y todo el día estaba "Pipi comete el pollo".

Un día se coló Ricitos en casa de los lobos y se comió todos los corderos que tenían al lado del horno para comer. Cuando volvieron Pipi le dijo a su abuelo "abuelo no está el cordero". El abuelo todo mosqueado que parecía una vaca burra gritó "quién ha sido". Ricitos salió y dijo "he sido yo".
El abuelo se sorprendió de que una niña saliera dando la cara y le dio un desmayo, pero a los cinco minutos ya estaba como un toro y Pipi dijo "¡bien, una niña para jugar!" y al final fueron amigos para siempre.

 


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