Somos un
grupo de 20 jóvenes que queríamos conocer
de primera mano el conflicto que sufre el pueblo saharaui
y cómo es su forma de vida en los campamentos
de refugiados. El verdadero proyecto solidario que
tenemos entre manos comienza ahora, a la vuelta del
viaje, y consiste en transmitir nuestra propia experiencia
en nuestro entorno para crear conciencia de la causa
saharaui.
El proyecto lo comenzamos hace aproximadamente
un año, cuando nos informamos con exactitud
del conflicto bélico que vive este pueblo desde
1975, cuando Marruecos conquistó su territorio
y España, que hasta entonces era dueña
del territorio como colonia, se apartó del
conflicto dejando al país invasor hacer a su
antojo. En ese momento, el pueblo saharaui tuvo que
establecerse en un inhóspito desierto al sur
de Argelia, donde instalaron los actuales campamentos
con los nombres de las ciudades del Sahara Occidental
que habían tenido que abandonar. Allí
llevan casi 33 años sobreviviendo gracias a
la ayuda humanitaria que reciben. No pueden autoabastecerse
ya que ese territorio, aparte de que es argelino,
carece de materias primas, de agua y el calor en verano
sobrepasa los 50º C.
Tampoco quieren crear mejores o más
costosas infraestructuras, porque aún después
de tanto tiempo consideran esta situación temporal,
no pierden la esperanza de recuperar algún
dia sus tierras y ser un país independiente.
Nosotros conocimos en 2003 esta situación,
con un grupo de niños que vinieron a nuestro
barrio con el programa 'Vacaciones en paz'.
Durante este último año
estuvimos realizando diversas actividades para recaudar
fondos y sufragar con ellos el elevado coste del viaje.
Un ejemplo de dichas actividades son: creación
de una asociación juvenil, fiestas, mercadillos,
sorteos... También solicitamos algunas ayudas,
pero aún no sabemos si nos las han concedido.
Con todas estas actividades conseguimos pagar prácticamente
el 50% del viaje. A continuación explicaré
brevemente las actividades que realizamos durante
nuestra estancia en los campamentos del Sahara del
22 al 28 de marzo de 2008.
Día 22.- Llegamos de madrugada
al campamento '27 de febrero' donde nos alojamos.
Para no molestar a esas horas a todas las familias,
nos quedamos todo el grupo en casa de Mohamed Nohawa,
una familia con la que entablamos amistad desde hace
tiempo.
Día 23.- Nos dividimos en
cuatro jaimas de diferentes familias. Cabe puntualizar
que dos de ellas nos eran completamente desconocidas,
y aún así nos recibieron con los brazos
abiertos y gran hospitlidad. Pasamos el día
conociendo el campamento: la escuela de mujeres (por
la cual se fundó el campamento), el colegio,
el museo, el telar, el ambulatorio...
Todo el poblado se ofrecía gustosamente a mostrarnos
los lugares de mayor importancia y explicarnos el
funcionamiento del campamento. Ya desde el primer
día entablamos una relación amistosa
con varios saharauis.
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Prestando atención
durante una clase. |
Día 24.- Por la mañana
visitamos a Rabuni, el museo de la guerra, que contaba
con infinidad de armamento militar incautado en combate
a Marruecos y como pudimos observar, la mayoría
construido en Francia, Italia, Inglaterra, USA e,
incluso, la propia España. A continuación
visitamos el hospital, que es el más importante
de todos los campamentos, y aún así
no tiene nada que ver con cualquiera de los que aquí
podemos encontrar; es muy precario, carece de los
especialistas y medicamentos suficientes para paliar
toda la demanda.
Regresamos a comer al '27 de febrero', cada uno con
su familia. Por la tarde visitamos el huerto, la granja
avícola (que contaba con 30.000 gallinas) y
el centro de víctimas de minas antipersona.
Aquí residían, con algún familiar,
varios de los mutilados que nos contaron su historia
y nos mostraron sus heridas. Como el resto de las
instituciones de los campamentos sus únicos
ingresos provienen de las ayudas humanitarias que
reciben.
Día 25.- Fuimos a Aiún,
otro campamento y capital. Conocimos la escuela de
Cantabria e interpretamos unas actuaciones de mimo
para los niños. Después mantuvimos unas
entrevistas con profesores y con el director de la
escuela. Nos contaron que no tienen los ingresos suficientes
para disponer del material necesario y, por tanto,
al igual que el de muchos otros saharauis, su trabajo
no es remunerado. Trabajan para sacar adelante a su
país y saben que es su obligación. Más
tarde visitamos el huerto y fuimos invitados a comer
en el Protocolo (Ayuntamiento).
Por la tarde nos desplazamos a conocer el primer y
más importante centro de discapacitados creado
con la intención de dar una autonomía
a esas personas, que hasta el momento eran marginadas.
En ese lugar escuché dos frases que me llamaron
mucho la atención: “Aquí no
crecen árboles ni plantas, pero florecen personas”
y "Todos podemos aprender los que nos propongamos:
una palabra al día, treinta al mes”.
Estas frases reflejan muy bien el espíritu
luchador de este pueblo.
Día 26.- Asistimos a la apertura
del centro de discapacitados del '27 de febrero',
en honor a José Félix García
Calleja, nuestro paisano fallecido el pasado mes de
noviembre. Al acabar el acto de inauguración
pusimos rumbo a Dajla, el campamento más alejado
de todos. No cuenta con una carretera que llegue hasta
allí, hay que atravesar el desierto durante
unas cinco horas de trayecto, por esto es el campamento
mas pobre y al que llegan menos ayudas. Nos recibieron
en el Protocolo y volvimos al desierto, a una zona
con unas dunas de grandes dimensiones, donde un grupo
de mujeres nos deleitó con cantos y bailes
tradicionales y nos animaron a acompañarlas;
toda una romería popular saharaui.
Una mujer nos contó su experiencia durante
la invasión de Marruecos, la huída y
el exilio. Es curioso cómo después de
32 años no pierde la esperanza ni guarda rencor.
Por la noche, los más aventureros decidimos
ir a dormir entre las dunas, al raso bajo el maravilloso
cielo estrellado del desierto.
Día 27.- Antes de regresar
al '27 de febrero' visitamos el huerto de Dajala,
una especie de geriátrico y a un rebaño
de camellas para la obtención de leche. Por
el camino nos entrevistamos con el Ministro de Juventud
y Deporte. Al final de la tarde visitamos el mercado
de Simarra donde se podían encontrar escasos
productos: collares, pulseras, ropa típica
(melfas, darásh), teteras y poco más.
Volvimos a cenar y a dormir con las familias. Fue
la última noche y nos enseñaron a preparar
nosotros mismos el té (mucho más complicado
de lo que parece) y nos hicieron la gena (unos dibujos
en manos y pies que duran alrededor de un mes).
Día 28.- Nos desplazamos
al desierto, a la sombra de un árbol para pasar
un día tradicional con una familia saharaui.
Hicimos pan en la arena y matamos un cabritillo, que
junto con el pan, lo utilizaron para prepararnos una
comida típica. Luego nos enseñaron algunos
juegos populares, manteniendo después una entrevista
con el ministro de Cooperación.
Por la tarde tuvimos una emotiva despedida con las
familias, les preparamos una comida típica
española y partimos hacia Tinduf para coger
el avión de regreso.
Cabe destacar que el subdelegado saharaui en Cantabria
nos acompañó durante toda la semana.
Hoy, casi una semana después, aún
no me he acostumbrado a volver a mi vida cotidiana.
Encuentro una sociedad repleta de lujos y comodidades
pero vacía, carente de sentido, sin unos valores
claros...
Es una experiencia muy dura, pero a la vez maravillosa,
te abre los ojos y te hace ver que existen otras realidades
aparte de la nuestra. Conoces a gente digna de admirar
que, a pesar de no poseer nada, te ofrece todo cuanto
está en su mano, humildes, hospitalarios, hacen
que te sientas en tu propia casa y con tus propios
familiares; y sobre todo son GENTE CON ESPERANZA.
Cuando se despiden de tí te dicen “Hasta
la próxima, esperamos que ya sea en el Sahara
Occidental, mi país”.
Una cosa que a mí me sorprendió mucho
es que no guardan ningún rencor y que viendo
cómo vivimos en los países desarrollados
no les crea envidia, sino más ganas de luchar
por su país para salir de esta trágica
situación.
Mira sus caras, sus sonrisas, su brillo en los ojos,
una alegría y ganas de vivir aquí prácticamente
inexistentes.
Yo estoy segura de que voy a volver, han dejado una
huella muy profunda en mi corazón y voy a regresar
a su lado en cuanto esté en mi mano. ¡Hasta
la victoria, compañeros! ¡Sahara libre
ya!

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