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Red-acción
II Época / Nº25
Abril
2008
EL MUNDO / NOS IMPORTA

Viaje solidario a los campos de refugiados saharauis

Por Alba Bermejo del Río, alumna de 2º de Bachillerato del IES Las Llamas de Santander.

Somos un grupo de 20 jóvenes que queríamos conocer de primera mano el conflicto que sufre el pueblo saharaui y cómo es su forma de vida en los campamentos de refugiados. El verdadero proyecto solidario que tenemos entre manos comienza ahora, a la vuelta del viaje, y consiste en transmitir nuestra propia experiencia en nuestro entorno para crear conciencia de la causa saharaui.

Niños haciendo ejercicio

El proyecto lo comenzamos hace aproximadamente un año, cuando nos informamos con exactitud del conflicto bélico que vive este pueblo desde 1975, cuando Marruecos conquistó su territorio y España, que hasta entonces era dueña del territorio como colonia, se apartó del conflicto dejando al país invasor hacer a su antojo. En ese momento, el pueblo saharaui tuvo que establecerse en un inhóspito desierto al sur de Argelia, donde instalaron los actuales campamentos con los nombres de las ciudades del Sahara Occidental que habían tenido que abandonar. Allí llevan casi 33 años sobreviviendo gracias a la ayuda humanitaria que reciben. No pueden autoabastecerse ya que ese territorio, aparte de que es argelino, carece de materias primas, de agua y el calor en verano sobrepasa los 50º C.

Tampoco quieren crear mejores o más costosas infraestructuras, porque aún después de tanto tiempo consideran esta situación temporal, no pierden la esperanza de recuperar algún dia sus tierras y ser un país independiente. Nosotros conocimos en 2003 esta situación, con un grupo de niños que vinieron a nuestro barrio con el programa 'Vacaciones en paz'.

Durante este último año estuvimos realizando diversas actividades para recaudar fondos y sufragar con ellos el elevado coste del viaje. Un ejemplo de dichas actividades son: creación de una asociación juvenil, fiestas, mercadillos, sorteos... También solicitamos algunas ayudas, pero aún no sabemos si nos las han concedido. Con todas estas actividades conseguimos pagar prácticamente el 50% del viaje. A continuación explicaré brevemente las actividades que realizamos durante nuestra estancia en los campamentos del Sahara del 22 al 28 de marzo de 2008.

Día 22.- Llegamos de madrugada al campamento '27 de febrero' donde nos alojamos. Para no molestar a esas horas a todas las familias, nos quedamos todo el grupo en casa de Mohamed Nohawa, una familia con la que entablamos amistad desde hace tiempo.

Día 23.- Nos dividimos en cuatro jaimas de diferentes familias. Cabe puntualizar que dos de ellas nos eran completamente desconocidas, y aún así nos recibieron con los brazos abiertos y gran hospitlidad. Pasamos el día conociendo el campamento: la escuela de mujeres (por la cual se fundó el campamento), el colegio, el museo, el telar, el ambulatorio...
Todo el poblado se ofrecía gustosamente a mostrarnos los lugares de mayor importancia y explicarnos el funcionamiento del campamento. Ya desde el primer día entablamos una relación amistosa con varios saharauis.

Prestando atención durante una clase.

Día 24.- Por la mañana visitamos a Rabuni, el museo de la guerra, que contaba con infinidad de armamento militar incautado en combate a Marruecos y como pudimos observar, la mayoría construido en Francia, Italia, Inglaterra, USA e, incluso, la propia España. A continuación visitamos el hospital, que es el más importante de todos los campamentos, y aún así no tiene nada que ver con cualquiera de los que aquí podemos encontrar; es muy precario, carece de los especialistas y medicamentos suficientes para paliar toda la demanda.
Regresamos a comer al '27 de febrero', cada uno con su familia. Por la tarde visitamos el huerto, la granja avícola (que contaba con 30.000 gallinas) y el centro de víctimas de minas antipersona. Aquí residían, con algún familiar, varios de los mutilados que nos contaron su historia y nos mostraron sus heridas. Como el resto de las instituciones de los campamentos sus únicos ingresos provienen de las ayudas humanitarias que reciben.

Día 25.- Fuimos a Aiún, otro campamento y capital. Conocimos la escuela de Cantabria e interpretamos unas actuaciones de mimo para los niños. Después mantuvimos unas entrevistas con profesores y con el director de la escuela. Nos contaron que no tienen los ingresos suficientes para disponer del material necesario y, por tanto, al igual que el de muchos otros saharauis, su trabajo no es remunerado. Trabajan para sacar adelante a su país y saben que es su obligación. Más tarde visitamos el huerto y fuimos invitados a comer en el Protocolo (Ayuntamiento).
Por la tarde nos desplazamos a conocer el primer y más importante centro de discapacitados creado con la intención de dar una autonomía a esas personas, que hasta el momento eran marginadas. En ese lugar escuché dos frases que me llamaron mucho la atención: “Aquí no crecen árboles ni plantas, pero florecen personas” y "Todos podemos aprender los que nos propongamos: una palabra al día, treinta al mes”. Estas frases reflejan muy bien el espíritu luchador de este pueblo.

Día 26.- Asistimos a la apertura del centro de discapacitados del '27 de febrero', en honor a José Félix García Calleja, nuestro paisano fallecido el pasado mes de noviembre. Al acabar el acto de inauguración pusimos rumbo a Dajla, el campamento más alejado de todos. No cuenta con una carretera que llegue hasta allí, hay que atravesar el desierto durante unas cinco horas de trayecto, por esto es el campamento mas pobre y al que llegan menos ayudas. Nos recibieron en el Protocolo y volvimos al desierto, a una zona con unas dunas de grandes dimensiones, donde un grupo de mujeres nos deleitó con cantos y bailes tradicionales y nos animaron a acompañarlas; toda una romería popular saharaui.
Una mujer nos contó su experiencia durante la invasión de Marruecos, la huída y el exilio. Es curioso cómo después de 32 años no pierde la esperanza ni guarda rencor.
Por la noche, los más aventureros decidimos ir a dormir entre las dunas, al raso bajo el maravilloso cielo estrellado del desierto.

Preparando la comida,

Día 27.- Antes de regresar al '27 de febrero' visitamos el huerto de Dajala, una especie de geriátrico y a un rebaño de camellas para la obtención de leche. Por el camino nos entrevistamos con el Ministro de Juventud y Deporte. Al final de la tarde visitamos el mercado de Simarra donde se podían encontrar escasos productos: collares, pulseras, ropa típica (melfas, darásh), teteras y poco más.
Volvimos a cenar y a dormir con las familias. Fue la última noche y nos enseñaron a preparar nosotros mismos el té (mucho más complicado de lo que parece) y nos hicieron la gena (unos dibujos en manos y pies que duran alrededor de un mes).

Día 28.- Nos desplazamos al desierto, a la sombra de un árbol para pasar un día tradicional con una familia saharaui. Hicimos pan en la arena y matamos un cabritillo, que junto con el pan, lo utilizaron para prepararnos una comida típica. Luego nos enseñaron algunos juegos populares, manteniendo después una entrevista con el ministro de Cooperación.
Por la tarde tuvimos una emotiva despedida con las familias, les preparamos una comida típica española y partimos hacia Tinduf para coger el avión de regreso.
Cabe destacar que el subdelegado saharaui en Cantabria nos acompañó durante toda la semana.

Hoy, casi una semana después, aún no me he acostumbrado a volver a mi vida cotidiana. Encuentro una sociedad repleta de lujos y comodidades pero vacía, carente de sentido, sin unos valores claros...
Es una experiencia muy dura, pero a la vez maravillosa, te abre los ojos y te hace ver que existen otras realidades aparte de la nuestra. Conoces a gente digna de admirar que, a pesar de no poseer nada, te ofrece todo cuanto está en su mano, humildes, hospitalarios, hacen que te sientas en tu propia casa y con tus propios familiares; y sobre todo son GENTE CON ESPERANZA. Cuando se despiden de tí te dicen “Hasta la próxima, esperamos que ya sea en el Sahara Occidental, mi país”.

Una cosa que a mí me sorprendió mucho es que no guardan ningún rencor y que viendo cómo vivimos en los países desarrollados no les crea envidia, sino más ganas de luchar por su país para salir de esta trágica situación.
Mira sus caras, sus sonrisas, su brillo en los ojos, una alegría y ganas de vivir aquí prácticamente inexistentes.

Yo estoy segura de que voy a volver, han dejado una huella muy profunda en mi corazón y voy a regresar a su lado en cuanto esté en mi mano. ¡Hasta la victoria, compañeros! ¡Sahara libre ya!

 


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