Érase
una vez una niña que estaba con su familia
y fue al bosque a por castañas. Ella subía
tan despistada que se metió por otro camino.
A unos doscientos metros vio un árbol con una
puertita pequeña.
La niña estaba muy cansada
y hambrienta, entonces llamó a la puerta. Salió
un duendecillo, muy pequeño, con gorro puntiagudo
y barba. El duendecillo la invitó a pasar y
le dio una sopa de fideos. Después se echó
a dormir un poco.
Al día siguiente el duendecillo la preguntó:
- Oye chiquitina ¿qué haces aquí?
- No sé -contestó-, sólo sé
que estaba con mis padres cogiendo castañas.
- Bueno, intentaremos encontrarles, más vale
que salgamos ya.
La niña y el duendecillo empezaron su ruta.
Al cabo de tres horas andando encontraron a sus padres
y con ellos estaba la policía. Los padres estaban
muy preocupados y la besuquearon entera.
Al final se despidieron del duendecillo y le recompensaron
con un montón de comida. Desde entonces todos
los otoños la niña y sus padres le van
a visitar.
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