Alvaro
te propone dos historias envueltas en un halo de misterio
para que disfrutes de su lectura en una tarde fría.
En la primera de ellas puedes encontrar una persecución
policial con ladrones de por medio y en la segunda
las peripecias del protagonista para esquivar la 'regañina'
de su padre.
Un día extraño
Un día en
la guarida
UN
DIA EXTRAÑO
Hoy, 30 de octubre, me he levantado
a las 9:30 horas. Bajé y me puse a jugar con
el ordenador. Ya había escrito una redacción
para el colegio, me tumbé en el sofá,
pero tuve una idea, fui al garaje y me metí
en mi pasadizo secreto.
Cuando estaba ya al final,
vi una luz resplandeciente que pasaba por enfrente
mío. Eché a correr para ver si le cogía,
pero llegó un momento que vi la sombra y se
me escapó.
La cara era conocida. Me paré para descansar
un rato y, de repente, me dispararon y me desmayé.
Por un momento perdí el conocimiento y vi como
pasaba por encima de mí, me levanté
rápidamente y le perseguí hasta lograr
alcanzarle.
Le metieron en la cárcel y averiguaron su nombre,
era Diego Marcuso. Dijeron que le iban a dejar 20
meses entre rejas, pero a los 6 meses ya se había
escapado; una búsqueda por todo el mundo, pero
no le encontraron. Recibieron una llamada de EE.UU
y dijeron que un señor le había visto
por la calle entrando a un portal con otra persona,
le vieron que entraba al 5ºB.
Rápidamente el Gobierno mandó cuatro
tropas que se embarcaron a cogerle. Cuando le cogieron,
le metieron en una isla que tenía una cárcel
que estaba llena de tiburones, pero el tal Marcuso
tenía una cómplice que fue a salvarle,
aunque rápidamente la alarma sonó y
salieron los policías en lanchas. Como era
mas rápida la lancha de los policías,
les lograron coger.
Los condenaron a la silla eléctrica, pero cuando
los llevaron al cuarto se levantó el techo
y un gran tornado llevó a los policías
y a ellos muy lejos. Les tiraron al mar y echaron
a nadar para que no les comiesen los tiburones. Al
final salió una patrulla y les llevaron a la
cárcel.
UN
DIA EN LA GUARIDA
Un día estaba en mi guarida de árbol
como otro día cualquiera, con mis dos amigos
Lolo y Pepe. Jugando a las cartas a mi no hay quien
me gane. De repente oímos que alguien subía
por la escalera, nos pusimos detrás de la puerta
y cogimos un barrote para cuando entrase darle. Ya
estaba arriba y le dimos un golpe en la cara y cerramos
la puerta. El hombre se cayó para abajo, miramos
a ver quien era ¡ahhhhhhhhhhhh, es mi padre!
A la mañana siguiente me levanté y
fui a desayunar. De repente oigo ¡Álvaro,
a tu habitación! Pasé por delante
de mi padre y me dio una colleja y me mandó
para la habitación. Yo nada más llegar
llamé a mis amigos por el walki talqui y quedé
con ellos en la guarida, pero luego pensé que
cómo iba a salir de mi cuarto.
Fabriqué una tirolina para tirarme por la ventana,
cogí una camiseta y me deslicé por ella
hasta la guarida. Mi padre no me vio, pero cuando
entró en mi cuarto y gritó ¡Alvaroooo!
yo me escondí detrás de la puerta para
que no me viese.
Al final bajó al jardín y subió
por las escaleras, cogimos la tirolina y nos tiramos
por la ventana y fuimos corriendo a casa de Lolo.
Mi padre me perseguía, nos metimos en su habitación
y la cerramos con llave. Mi padre llamó y la
madre de Lolo abrió la puerta. Mi padre entró
y empezó a dar golpes en la puerta hasta que
la tiró. Yo empecé a gritar, entonces
pensé que sería mejor irme a casa. Fui
a la guarida, recogí la tirolina y me metí
en mi cuarto y me dormí.
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