 
El enemigo está en el aire
Por Pablo Fernández Herbosa. Alumno del Colegio
Nuestra Señora de la Paz de Torrelavega.
Aprendamos todo sobre el ASMA. La estación
de la flores trae color, buen tiempo
y polen, una partícula
capaz de hacer la vida imposible a muchas personas.
La primavera, sinónimo de juventud, hermosura y vigor es
una época del año que empieza en el mismo instante en el que
el camino anual del Sol intercepta al ecuador celeste. Abarca 92 días
y 20 horas de cada año y, en su principio, en el equinoccio vernal,
los días y las noches duran lo mismo. A medida que avanza, el aparato
reproductor masculino de algunas flores se pone en marcha y lanza a la atmósfera
unas pequeñas partículas, el polen, que tratarán
de llegar a la parte femenina de las plantas para fecundarlas. Este acto
de amor vegetal sería perfecto si no fuese porque puede afectar a
la salud del ser humano. ¿Cómo?
El polen es uno de esos elementos naturales que, como las esporas,
los pelos de animales domésticos o los ácaros del polvo, pueden
desencadenar una alergia o provocar una crisis asmática.
Pero, a diferencia de esos otros, el polen no puede evitarse fácilmente
cuando llega la primavera, pues la carga de esta sustancia en el ambiente
requeriría poco menos que permanecer encerrados para no entrar en
contacto con ella.
Dentro del grupo de las alergias llamadas de reacción inmediata,
es decir, aquellas en que los síntomas se presentan en toda su intensidad
pocos segundos después de contactar con el alergeno, se encuentra
el asma bronquial, que ocupa el segundo lugar en la lista de las
afecciones alérgicas. Aunque éstas no tienen por qué
venir producidas siempre por un estímulo alérgico, en el 80%
de los casos el asma tiene una causa alérgica. Respecto al 20% restante
sabemos poco sobre las causas, ya que no se han podido determinar los agentes
que desencadenan la reacción asmática, y también podrían
ser perfectamente factores alérgicos.
El asma es, hoy en día, un problema de salud pública
mundial que afecta a 150 millones de personas en todo el planeta.
En España lo padece un 5% de los adultos y alrededor
de un 15% de los niños, de los que la mitad son menores de
10 años.
Se trata de una enfermedad crónica muy extendida que podría
definirse como el trastorno inflamatorio de las vías aéreas
respiratorias, es decir, aquellas que suministran oxígeno al
organismo y eliminan el di óxido de carbono. A esta inflamación
se asocia una hiperreactividad frente a diversos estímulos
que causa la obstrucción bronquial típica del asmático.
Una fastidiosa sensación de ahogo que, normalmente, viene acompañada
de ataques de tos, rigidez en el pecho, una molesta opresión torácica
y respiración sibilante.
La causa de esta dolencia respiratoria puede reconocerse en multitud de
agentes capaces de sensibilizar a las personas, provocar ataques o
agravar una enfermedad ya poseída. La lista es larga: la exposición
activa o pasiva al humo del tabaco, los humos industriales
y de cocina, la gasolina, la pintura, los ácaros
del polvo doméstico, las heces, caspas y
pelos de animales como gatos, perros o hámster, pólenes,
esporas u hongos, algunos medicamentos comunes como
la aspirina y sus derivados, la contaminación atmosférica;
ciertos alimentos (leche, huevos, nueces, chocolate o fresas)
y factores psicológicos como el estrés y los
nervios.
Además, los estudios epidemiológicos realizados en los
últimos años demuestran que el lugar de trabajo es
un peculiar caldo de cultivo donde más de 300 agentes conocidos propician
la aparición de un tipo de asma conocido como ocupacional o profesional,
que padece aproximadamente el 5% de los afectados. Es el caso, por ejemplo,
de los panaderos (por la harina), los veterinarios, los empleados de laboratorio,
los de la industria del mueble, los del plástico y el personal sanitario
que utiliza el látex.
Por consiguiente para aquellos muchos que sufren este trastorno mi apoyo
ya que para unos nos llega el verdor y las flores advirtiendo el verano,
mientras que para otros muchos significara el aumento sistemático
del consumo de pañuelos de papel y de inhaladores y fármacos.
Bibliografía:
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