Nº43. Enero-Febrero. 2004.
 

Una sala de exposiciones virtual para que los pequeños artistas muestren sus obras, sus cuentos, sus poemas, etcétera



La Galería

Cuentos
La tía Julia y los cuatro bebés
Cuento de brujas: la Cadavieca
Las mil y una calaveras
Aventuras de Miguel y Virginia
La niñera

 

 

 

 

 

 

 

 


La tía Julia y los cuatro bebés
Por Vanesa, Marta y Raquel. Alumnas de 5ºA del CP Mata Linares de San Vicente de la Barquera.

Un día, la tía Julia decidió ir de viaje a Barcelona con sus cuatro sobrinos, que se llamaban Mónica, Lorena, Jorge y Jaime. Cuando estaban en el tren, la tía les dio de comer.

Al salir del tren la tía se olvidó de los niños porque era muy descuidada y además estaba acostrumbrada a vivir sola. Ahora se hacía cargo de sus sobrinos porque su hermana y su cuñado habían tenido un accidente.
Los bebés habían pasado a la siguiente parada y la tía cuando se dio cuenta cogió un tren rápidamente. La tía por más que buscaba no encontraba a sus sobrinos.

Pero la tía puso un detector en el bolsillo de Jorge. Así pudo encontrarlos y por fin pudieron viajar a Barcelona. Cuando llegaron a Barcelona bajaron del tren y se fueron al hotel. Ella fue a recepción a coger las llaves de la habitación. Al llegar a la habitación llamaron por teléfono; a Jorge se le ocurrió escaparse y se fueron de la habitación, encontraron una tarta enorme y fueron detrás de la tarta. Se metieron a la cocina y tiraron todos los cacharros hasta encontrar otra vez la tarta.

-¡Hay que ver la tarta más grande del mundo!-, dijo Mónica
-Y dijo Jorge: ¡Sí, la más grande del mundo!

Se subieron a la mesa y comenzaron a tirar trozos de tarta, el cocinero los encontró y les llevo a su habitación y se lo contó todo a Julia.
Al día siguiente fueron al centro comercial, Julia se despistó un momento mirando un vestido, rápidamente los niños entraron en la sección de juguetes.
- ¡Mira Jorge hay una puerta enfrente de nosotros!
- ¿A dónde irá?
- ¡Vamos a comprobar a dónde va!
- ¡Mira, es un almacén de juguetes!

- ¿Por qué no jugamos?
- ¡vale !
- ¡cada uno que coja lo que quiera !
- ¡mirad, hay una puerta !
- ¡es la calle !

Los niños salieron rápidamente del almacén de juguetes y se encontraron con un perro que les perseguía.
La tía cuando se quiso dar cuenta otra vez pasó lo mismo y llamó a la policía.
Dos horas después la policía había encontrado huellas de barro, eran huellas de bebés. Al día siguiente la policía encontró a los bebés, en la calle Fernández. Estaban mojados y llenos de barro.

Llamaron a la tía Julia que se encontraba en el Hotel .
Rápidamente fue para el lugar donde se encontraban los bebés.
La tía por fin había escarmentado y no volvió a dejar a los niños solos. Dos días después se marcharon de vuelta a casa.

 

 

Cuento de brujas: La Cadavieca
Por Karen Bengoechea, Irache Múgica y Elena Díaz. Alumnas de 5ºA del CP Mata Linares de San Vicente de la Barquera.

Os vamos a hablar de un cuento que tiene más de 2.000 años...

Todo empezó un día cuando una señora muy, muy vieja que se llamaba Cadavieca (que, por cierto, era bruja) estaba cogiendo flores para hacer medicamentos. Eso es bueno, pero lo malo es que hacía mucho tiempo que Cadavieca dejó a sus "amigas" brujas porque eran muy malas.

Mientras que Cadavieca estaba cogiendo flores las brujas malas aparecieron. Se llamaban Matilda, Florilda y, la jefa del grupo la peor, Esdrújula, (ya lo sé que es muy usado en lengua, pero la llamaron así por su acento y su maldad).

Ellas empezaron a criticar a Cadavieca y la tiraron las flores medicinales que tenía en la cesta. Cadavieca estaba arrinconada por el susto.
Matilda y Florilda vieron una luz extraña. Mientras Esdrújula estaba pegando a Cadavieca, Matilda y Florilda fueron a mirar la luz extraña (que por el aspecto parecían ser muchas luciérnagas juntas). Esdrújula, al ver que se iban, fue a buscarlas. Cadavieca no dudó ni un segundo y aprovechó para refugiarse en una humilde casa deshabitada y vieja.

Pasaron tres días y Cadavieca salió a por flores; al cabo de un rato ya tenía suficientes ramos recolectados. Cadavieca cogió los objetos viejos que había en la casa y, como pudo, hizo una manzanilla para relajarse. Cadavieca se durmió al instante y cuando despertó salió y vio a muchos hombres que venían a buscarla y a las tres brujas las cogieron prisioneras.

Y por fin Cadavieca vivió en una casa a la que acudían todas las personas para que los curaran.

 

 


Las mil y una calaveras
Por Cristina Múgica Sainz. Alumna de 5ºA del CP Mata Linares.

Un pirata que había raptado a la hija de un rey se llamaba el capitán Ojo Negro. Los tripulantes tenían siempre que comer huevos y pimientos.

A la princesa la encerraron en un camarote donde tenían todo lo que habían robado. El último día el pirata intentó matar a la hija
del rey.
Su hija capturada se escapó cogió una barca, comida y se fue hacia el barco de su padre. Pero antes de que llegara, la capturaron y la obligó a que se casara con él.

Pero antes de que pasara, el herrero la rescató y la llevó al barco de su padre. Y después de un año se casaron .

 

 

Aventuras de Miguel y Virginia
Por Miguel y Virginia. Alumnos de 5ºA del CP Mata Linares.

Erase una vez unos niños llamados Miguel y Virginia, que se quedaron huérfanos porque un día los padres tuvieron un accidente, y se fueron a Barcelona en un vagón de mercancías. Llegaron sanos, pero hubo un problema… que no tenían dinero.

Tuvieron que pedir limosna en el centro de la ciudad y recogieron 50 céntimos en total y tenían que dormir en la calle. Por la mañana se encontraron con el dueño de un orfanato y se fueron al centro, y a la semana siguiente les adoptaron unas familias diferentes y nunca volvieron a ser huérfanos.

A Miguel le iban las cosas muy bien. Tenía dos hermanos y vivía en una mansión y le cuidaban muy bien. Los padres de Miguel trabajaban en el ayuntamiento. La madre tenía 30 años y el padre 35 años. Lo que más le gustaba era tirarse en la piscina y jugar con el ordenador.

A Virginia le iban las cosas bien, pero no tan bien como a su hermano Miguel. Virginia vivía en un chalet con sus padres adoptivos, que se llamaban Gerardo e Isabel.
Gerardo tenía 32 años e Isabel tenía 38 años. Gerardo trabajaba en una fábrica de Sniace e Isabel era ama de casa. Lo que más la gustaba era jugar al escondite.

Y no se veían desde hace veinte años. Miguel se casó y Virginia tenía novio y un mes después Miguel y Virginia se vieron otra vez.

 

 

La niñera
Por Elena Díaz. Alumna de 5ºA del CP Mata Linares.

Marta, una pobre y joven muchacha, era la niñera de la casa de los Gresly. Los Gresly eran los más ricos del pueblo de Janabás y Marta era la única que había conseguido trabajo en esa casa.

A ella no le hacía mucha gracia trabajar en esa casa, pero había que reconocerlo, era la que mejor sueldo ofrecía.

Marta llevaba trabajando allí dos años y tres meses aproximadamente, y todo el mundo tenía envidia de Marta. Los Gresly tenían ocho hijos y Marta tenía que lavar, planchar, cocinar, limpiar la casa, a los gatos, a los perros, dar de comer a las gallinas y limpiar todo el parque de atracciones. No os he dicho que tenían seis gatos, ocho perros, veinte gallinas y un parque de atracciones grandísimo.

Los padres de Marta murieron en un accidente de tráfico, se chocaron con un camión, desde entonces Marta vive sola y triste. Sólo vive del sueldo que le dan los Gresly. Sus hijas son mentirosas, desordenadas y muy malas.

Un día Marta estaba barriendo, cuando llamaron a la puerta:
- Hola buenos días- dice el cartero.
- Hola, ¿hay pertenencias para los señores?
- Si y también una para ti.
- ¿Para mi?
- Si, para ti.

Marta llevó las cartas a los Gresly y ella fue a su cuarto a leer su pertenencia. La carta decía:

Querida Marta:

Marta, hace mucho tiempo tus tíos Eli y Luis te dejaron como herencia una casa y dinero. Pídele dos horas a tus jefes y dirígete a un juzgado para reclamar tu herencia.

Tus padres.

Marta fue rápido a buscar la herencia y los señores Gresly no querían que fuera feliz. Entonces en los juzgados se pelearon, pero Marta ganó el caso.