Nº4. Abril 1998

 


ALEJANDRO GÁNDARA

 



EL AUTOR
Alejandro Gándara nació en Santander en 1957.

Estudió el bachillerato en Ciudad Rodrigo (Salamanca)

En 1984 publicó "La Media Distancia" (Premio Prensa Canaria de novela), a la que siguió "Punto de Fuga", "La Sombra del Arquero" y "Ciegas Esperanzas" (Premio Nadal 1992), que se han traducido al inglés, sueco, alemán y checo.

Es autor de tres novelas de narrativa juvenil.

Fue profesor de Ciencias Políticas en la
Universidad Complutense, Investigador del British Museum de Londres sobre los isabelinos ingleses y responsable del Suplemento de Libros de El País.

En la actualidad es director de la Escuela de Letras de Madrid.

Otras Aportaciones:

Pablo Martínez Tellería 2ºESO CP Cisneros de Santander.

Ese mismo día me pasó una cosa rara, me hundí y creía que me ahogaba y de repente aparecí en un lugar mágico. Había miles de plantas marinas, que eran más bonitas que las joyas yo me quede entusiasmada también había miles de sirenas y me dio por mirarme las piernas y...
-¿Que cosa yo también era una sirena?
En eso le pregunta Martín
-¿ Por qué ahora no tienes cola?
-Sólo la tengo cuando me meto al agua salada.
-¿Todo lo que hay dentro es tan bonito?
-No, en verdad me han llamado para combatir a las fuerzas imperiales de los tiburones que pretenden invadir todos los océanos.
-Te gustaría apuntarte para combatirlos.
Y él dijo ...


Deva Carmona Ortiz y Lorena Flores Dehesa 2º ESO CP Cisneros de Santander

Yo cada vez me extrañaba más, era como una historia de esas que se le cuentan a los niños.
El profesor nos llamó la atención, así que lo tuvimos que dejar para la salida de clase.
A la salida, me acerqué a Celina y nos fuimos caminando hasta casa.
- Sigo sin comprender lo que ha ocurrido.
- Es muy sencillo, me aburría tanto en mi tiempo libre, que me iba a la playa.
- Ya, pero...
- Un día me metí demasiado en el agua y como había corriente, me debí de ahogar. Cuando me desperté y me fui a levantar, vi que no podía hacerlo, ¡tenía una cola preciosa!
Os parecerá extraño que Celina me hubiera respondido sin que yo hubiese terminado mi pregunta, pero ya os he dicho que Celina sabe lo que le vas a preguntar antes de que abras la boca.

Naara Martínez Ruíz. 2º ESO C.P. Cisneros de Santander.

El agua me atraía, era un mimetismo extraño que me hacía meterme en el mar sin enterarme de lo que hacía. Yo simplemente entraba, me sumergía y nadaba durante horas, como si aquello fuese mi casa, mi lugar de recreo.
Pero no fueron sólo las ganas de nadar lo que me hizo sirena, había más cosas, por ejemplo: las escamas, poco a poca cada vez que en el mar me metía, mi piel se volvía resbaladiza, llena de surcos que me deslizarme en el agua. Luego fueron las aletas, me salieron en el comienzo de la espalda y finalmente mis piernas se unieron formando una sola aleta.
Claro, todo esto desaparecía cuando salía del agua, entonces se ocultaban las escamas, las aletas y podía andar sobre las piernas, convirtiéndose en una chica en traje de baño que salía de darse un chapuzón.
Yo estaba callado escuchando. Eso quería decir que sí, que no lo había soñado, osea, que Celina era una sirena.
No sabía como reaccionar, entonces le dije:
-¡Vaya con Celina! tú tranquila de mi boca no va a escaparse ninguna escama ¿qué piensas hacer?
-Pués nada, seguiré como si tal cosa, total, qué voy a hacer, soy una sirena y no lo puedo evitar.
Celina era muy despreocupada todos los malos rollos no le importaban nada, era una chica muy fresca. Al contrario que yo, porque a mí esto de la sirena me traía mala espina.
No había vuelto a ver a Quini, desde el día anterior. Era un tanto extraño, pués Quini me venía a buscar todas las mañanas.
-¿Has visto a Quini?- pregunté con la total seguridad de que me iba a decir que no.
-Sí, le ví esta mañana, dijo que iba a pescar.
-¿Qué le has visto? ¿Qué iba a pescar? pero si a Quini no le gusta la arena y la última vez que fue a pescar le picó una medusa y no volvió a pisar la playa, y de esto hace tres años.
-Eso dijo, bueno me voy ¡¡adiós!!
Me quedé extrañado, Quini no es raro como Celina, él es un chico normal como yo.
Estuve parado y pensé: "éste no es mi Quini"

Mª Azucena Fernández. 2º Bachillerato. IES José del Campo de Ampuero

- Mis piernas comenzaron a llenarse de escamas, mi temperatura corporal comenzó a bajar y, sin saber cómo ni porqué, ya no tenía piernas, sino, en su lugar, una gran cola de pez.
- ¿Y no te asustaste? - le pregunté
- Al principio sí, comencé a gritar y quise salir del agua, al conseguirlo mis piernas volvieron a su aspecto normal, así que intenté tranquilizarme, medité sobre lo ocurrido y decidí meterme otra vez en el agua. Al meterme en el agua mi cuerpo volvió a sufrir la misma metamorfosis. En ese instante apareció a mi lado una persona con las mimas transformaciones que yo había sufrido; era de avanzada edad y surgió con música y flores y un tridente en la mano.
- ¿Y no tuviste miedo? - volví a preguntar.
- La verdad es que no, parecía que le conocía de siempre y su voz, sin decir nada, me invitaba a seguirle. Eso fue lo que hice, adentrarme con él en el fondo del mar. Mientras me iba sumergiendo supe quién era: ni más ni menos que el Dios de los Mares, Poseidón, hermano de Zeus.


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