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Trabajos: Relatos Poemas
El ovni de Kalu Jorge, Raúl y Pablo estaban acampados una noche cuando una luz de color naranja intenso brilló en el cielo, acercándose a la tierra a gran velocidad. "Sólo puede ser un ovni", dijeron muy entusiasmados. En efecto, era un objeto volante no identificado y, para mayor alegría de los tres hermanos, aterrizó en un claro cercano. Corrieron hacia él y un extraño ser con forma humana salió del ovni . - Mirad, es parecido a ET. ¿Será tan simpático
como él? -dijo Jorge-. A pesar de todo, no pudieron hablar con él, es decir, hablaron
de una manera diferente: por telepatía. El simpático ser conseguía
leer los pensamientos y hacer que Jorge, Raúl y Pablo leyeran los
suyos. Los patitos le contaron entonces cosas maravillosas que Kalu interpretó
a su manera. Por ejemplo, cuando Raul habló de sus películas
policíacas favoritas, el simpático humanoide quedó
aterrorizado con toda la acción y violencia de las historias; y cuando
Raúl puso la radio portátil para que oyese su música
preferida, el ser se asustó mucho con el ruido del rock. - Tengo que irme ya - oyeron que decía Kalu con su graciosa vocecita-. Sois muy simpáticos, pero vuestro planeta es muy raro y me asusta. Después, igual que cuando llegó, aquella luz de color naranja
desapareció de repente y los tres hermanos se quedaron allí
en el descampado, alejados de su tienda, mirando al cielo.
Hola. Mi nombre es Daniel y voy a cuarto del colegio San Andrés de la Cantera que es el pueblo donde vivo; aunque ahora no acudo a las clases, porque el pasado viernes, en una excursión, cogí frío y me entró una terrible gripe, y el médico me mandó hacer reposo durante dos semanas como mínimo. Entonces, como no era de extrañar en mi clase (cuarto C), sucedieron cosas increíbles .... Todo comenzó cuando Felipe, que es uno de mis mejores amigos y que también va a mi clase, llevó a la escuela un rompecabezas de mil piezas con la imagen impresa de La Mona Lisa. Por una casualidad, Antonio, que es de la clase de cuarto D, llevó su rompecabezas de Las Meninas. - ¡Qué rompecabezas más feo tenéis!- comentó Blas, observando con admiración el rompecabezas de Antonio. Entonces, como nosotros somos niños a los que no nos gusta que nadie se meta con nosotros ni con nuestras cosas, nos empezamos a pelear y, justo a tiempo de que alguno terminara con alguna herida, aparecieron por la esquina nuestras maestras que, aparte de dar fin a nuestra pelea, nos adjudicaron un terrible castigo: el equipo que primero terminara su rompecabezas, únicamente montando piezas en el recreo, invitaba al contrario a merendar, así que todos los de mi clase comenzamos a montar piezas en el recreo del día siguiente. Entonces, como los del D tampoco querían tener que pagar la merienda, empezaron también a montar su rompecabezas. En los días siguientes las cosas casi no habían variado nada, los dos cursos estaban muy igualados respecto al número de piezas armadas a pesar de que nosotros éramos minoría, porque a partir de ahí fue cuando yo me puse malo y ya no podía ir a la escuela. Felipe, que se percató de la situación, no tardó en telefonearme: - Daniel, las cosas están muy igualadas. Si no vienes pronto, es posible que perdamos, y eso sería una terrible humillación. ¿Crees que podrás venir mañana? - No lo creo. Cuando volví al médico en cuenta de que había mejorado, me llevé la sorpresa de que mi gripe se había convertido en un virus no identificado, así que tendré que estar en reposo una semana más. Además, ¿es que no sabéis hacer nada bien sin mí? Entonces, como era de esperar, Felipe, que es muy orgulloso, colgó al momento y no me volvió a llamar en toda la semana, ni para informarme sobre cómo iba el asunto rompecabezas, ni para interesarse por mi salud, que prácticamente no había cambiado nada. Así que Andrés (otro de mi clase), que también se percató de la situación, me llamo al día siguiente: - Daniel, los del D nos sacan ventaja. He oído rumores, se dice que los de sexto les ayudan, así que, como eso es trampa, se lo fuimos a decir a la maestra, que nos dijo que si íbamos perdiendo que no tratáramos de buscar excusas idiotas, así que ahora no contamos ni con el apoyo de la maestra; debes venir cuanto antes. Entonces yo le conté el cambio de mi gripe a virus, y él,
que es más comprensivo que Felipe, me deseó una rápida
mejora y colgó. Los días pasaban y seguía sin haber ni rastro de las piezas. ¡Ni que se las hubiera tragado la tierra! Para no llamar todos los días a Andrés, decidí contactar con Gustavo, pero como no me sabía su número de memoria, tuve que ir a mi mochila a por la agenda, y... ¿cuál fue mi sorpresa? Allí estaban todas las piezas desaparecidas. De repente me acordé: una vez, cuando yo aún no estaba malo y me aburría en clase de matemáticas, para adelantar trabajo me puse a clasificar las piezas por colores y, al final de la clase, se me olvidó volver a dejarlas en su sitio y me las llevé por error a casa. Al final, los de mi clase perdimos la apuesta y tuvimos que pagarles
unos bollitos a los del D. Las cosas entre Felipe y yo se arreglaron porque
yo, como soy un blando y no soporto que mis amigos se enfaden conmigo, le
llamé para pedirle disculpas. Respecto a lo de las fichas, nadie
sabe que fui yo el causante de su desaparición y espero que nunca
se enteren, porque no me lo perdonarían nunca, pero... ¿Sabéis
qué es lo peor de todo esto? Pues que yo todavía sigo con
mi virus, o fiebre, o lo que quiera que sea, a pesar de que ya hace tres
semanas que me puse enfermo. La certeza del amor Con la brisa que aparece mientras observo la aurora me doy cuenta de que entiendes lo que estoy sintiendo ahora. Siento extrañas sacudidas en el fondo de mi pecho, tranquilo, no estoy dolida sólo estoy llena de celos. que el amor es traicionero que tu corazón altivo, ahora mismo no está abierto. que no encuentro la palabra con la que pueda decirte lo que escondo aquí, en mi alma. no pido el amor eterno, sólo una buena amistad más dura que el mismo acero. te esperaré en mi balcón quitando a mis margaritas los pétalos del amor. | ||