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Una sala de exposiciones virtual para que los pequeños artistas muestren sus obras, sus cuentos, sus poemas, etcétera
Hace mucho tiempo, una chica de origen español a la que le encantaba la música, se fue a Venecia para aprender a tocar la flauta. Al llegar allí preguntó por las calles de la ciudad si alguien conocía a un profesor llamado Prata Leguion. El camarero de una cafetería respondió que ese señor estaba viviendo en la iglesia con sus amigos los curas. Al decirle eso, la chica, sin pensárselo más, se dirigió a la casa del señor. La joven vio a Prata sentado en una silla tocando la flauta y le preguntó que si le podía enseñar. Él aceptó la propuesta. Dos años después, la adolescente empezó a dar conciertos
por todo el mundo con el instrumento que más quería. No conseguía que su flauta tocara la nota
Do. Muy preocupada llamó a su profesor. Nota Do, vuelve conmigo y siempre seremos amigos. Después, tenía que meter la hoja en una caja plateada y enterrarla en el lugar donde aprendió a tocar ese instrumento. Al final, la chica hizo lo que le dijo su profesor Prata Leguion y la nota Do volvió al lugar donde debía de estar.
Había una vez un país muy lejano. Hace quinientos siglos vivía en una pequeña choza una brujita que era toda una niña que se llamaba Amelia. Tenía cuatro siglos. Su padre, que tenía un milenio, estaba enfadado, porque su hija era desobediente por todo lo que decía. Una noche, Amelia leyó un libro de pócimas e intentó hacer una. La pócima decía: Uñas de escorpión, para la poción. Gotas del Nilo y lágrimas de cocodrilo. La pócima sigue en el libro si esperas un siglo. Amelia buscó en el libro una pócima para adelantar un siglo. No la encontró y se cabreó. Las páginas de la pócima anterior estaban tan pegadas, que no las podía separar ni con magia. Pero recordó un hechizo despegador. Lo dijo sin pensar y se empezaron a despegar. Su padre no sabía que el libro tenía, y debajo de la cama lo escondía. Su padre en la habitación quería entrar y Amelia un hechizo quería realizar. Amelia estaba desesperada y el padre enfurecido. Lo escondió en el armario de la ropa y dejó que el padre entrara. El padre dijo: - Voy a cogerte la ropa, Cariño. Amelia hizo el hechizo y copió la fórmula. Justo cuando
tenía el libro entre las manos, el padre entró a su cuarto
y ... ¡ahhhhhh! El padre se desmayó. Amelia aprovechó
para hacer la poción. Amelia se metió en un mundo nuevo que
ella no conocía. Amelia tuvo que pasar por tres pruebas: La primera fue volar en la escoba
Turbo 2000. La segunda, hacer una poción para futuro. La desconocida dijo que tenía que realizar esos conjuros para que tuviera la magia y volver volando hasta su casa, también volver al futuro y que su padre no recuerde nada haciendo el conjuro del olvido. Amelia por un momento se alejó de la desconocida, pero la dijo:
El patio mágico Erase una vez un colegio en el que desaparece misteriosamente el patio... Un día de primavera los niños de 4ºA del Cisneros
miraron Un grupo de niños se lo dijo a la profesora Rosa y rápidamente se asomó a la ventana. Al ver lo ocurrido se lo comunico a todas las clases y al director. Luego los profesores junto al director hicieron una reunión. Mientras el director planeaba algo, los niños de 4ºA se pusieron
alrededor de donde estaba el patio se cogieron de la mano cerraron los ojos
y se concentraron en el patio y de repente salió Y gracias a esos niños había patio hasta mucho mejor que el anterior.
El bosque encantado Una guajona envidiosa quiso quedarse con todas las cualidades de los demás seres mitológicos cántabros y para ello... Había una vez un bosque en el que vivía la Guajona
y se sentía tan sola que creó más seres mitológicos,
pero le daban celos. Un día estaba pensando algo para quitarles sus cualidades y de repente ¡ZAS! se la vino una idea malvada la cabeza: si echaba un hechizo al bosque se quedaría encantado y ella se quedaría con las cualidades de los otros. Pero Musgosu la escuchó en
la entrada de la cueva, por que la estaba espiando, y fue a contárselo
a los demás. Fin | ||