Nº27. Julio. 2001.

 


 

Trabajos:

Relatos
Un final feliz para Teseo y Ariadna Por Mercedes Villegas Revilla

Poemas
Una lágrima dorada Por Vanessa Obregón
Diabólico Paraíso Por Vanessa Calderón


 

 

 

 

 

Un final feliz para Teseo y Ariadna
Por Mercedes Villegas Revilla, alumna de 3ºB del IES Santa Cruz de Castañeda

Después de salir victorioso del laberinto, Teseo agradece su colaboración a Ariadna:

- Ariadna, sin tu ayuda no hubiera salido del laberinto; para agradecértelo, te llevaré conmigo.
- Gracias, Teseo, dijo Ariadna muy contenta.

Nada más tener esta conversación, Ariadna cogió sus cosas y las llevó al barco de Teseo. De vuelta a casa, Teseo y Ariadna tuvieron numerosos problemas pero enseguida supieron salir airosos, gracias al ingenio de Ariadna y a la fuerza de Teseo. Éste quería hacer el viaje de regreso en poco tiempo pero, por los problemas que tuvieron durante el viaje, pararon a descansar dos días en una isla.

- Bueno Ariadna, creo que debemos quedarnos en esta isla uno o dos días, afirmó Teseo con desgana. Ariadna, toda contenta, ya que allí no les iba a molestar nadie ni nada, dijo:
- No hay problema Teseo, si quieres nos quedamos más días, podemos inspeccionar todo la isla, hacernos una casa...

Pero a Teseo todo aquello le parecía muy precipitado, ya que él quería volver a su casa y sobre todo, vivir allí, pero si eso hacía feliz a Ariadna, algo tendría que hacer para contentarla... ¡ya, sé!, pensó Teseo y dijo:

- Ariadna, no nos podemos quedar aquí muchos días, ya que mi padre me espera, pero si quieres, cuando vivamos en Atenas, nos vendremos aquí de vacaciones, y nos haremos una casa...
- Vale, pero con una condición, que vengamos tú y yo solos, dijo Ariadna ilusionada.
- Eso está bien, dijo Teseo (aunque él sabía que irían con más gente).

La estancia se les pasó enseguida, pero la sorpresa se la llevó Ariadna al despertarse por la mañana y no ver a Teseo ni tampoco su barco. Ésta, enfurecida y triste, se decía:

- Ya lo sabía yo, Teseo no me quería, y encima para desgracia, me deja tirada en una isla, cuando le pille.... si es que le veo otra vez, se va a dar cuenta de quién soy yo...

Pero, poco más tarde, se veía venir por el mar al barco de Teseo, y claro, él venía dentro. Enseguida Ariadna fue donde Teseo para decirle un par de cosas, pero éste la freno diciendo que tenia una sorpresa para ella. Le dijo que entrara al barco con los ojos cerrados. Al abrirlos, encontró un delicioso desayuno y, acto seguido, ella dijo:

- Gracias Teseo por todo esto, ya pensaba yo otra cosa de tí.
Tras el desayuno y después de estar conversando largo tiempo Ariadna le pregunto a Teseo por qué llevaba las velas del barco negras, si no sería mejor otro color un poco más llamativo y animado, como un verde, un rojo o un blanco...

- ¡Ah! Es verdad, casi se me olvida, debo cambiar la vela negra por la blanca, en señal de victoria; menos mal que me lo has dicho, si llego a llevar lo vela negra, mi padre y mi pueblo me tomaría por muerto y por desgraciado.
- No creo que fuera para tanto... , dijo Ariadna sorprendida.
- Sí, sí lo es, replicó Teseo.

Una vez rumbo a Atenas, tras medio día de navegación, llegaron y Egeo, padre de Teseo, dio al pueblo la señal de victoria de su hijo frente al Minotauro:

- ¡Mi hijo ha vencido, es todo un héroe!

El pueblo, al oírlo, recibió a Teseo con gran alegría, pero se sorprendieron de la joven y guapa muchacha que le acompañaba. Algunos, sintieron cierta envidia. Teseo, nada más descender del barco, recibíó los aplausos y agradecimientos del pueblo, pero aquel enseguida dijo:

- Yo no hubiera salido del laberinto sin la ayuda de esta joven llamada Ariadna, así que ella también debe recibir parte de la gloria.

Mientras tanto, Ariadna pensaba que no había hecho falta que Teseo hubiera dicho eso delante de todo el mundo porque ahora la estarían atosigando... A pesar de todo, asumió con agrado su nueva popularidad. Tras el recibimiento, Teseo y Ariadna se dirigieron a su padre y éste dijo:

- Gracias Teseo, y también a ti Ariadna, por habernos librado al pueblo de Atenas de tan macabro tributo.
- No ha sido nada, no hemos tenido que hacer muchos esfuerzos, dijo Teseo (mientras tanto, éste y Ariadna recordaron todos sus momentos malos).

Más tarde, después de estar hablando largo rato de sus aventuras, Teseo pidió permiso a su padre para casarse con Ariadna. Egeo se lo pensó mucho, ya que Ariadna no era de su reino y, encima, era hija de Minos, pero finalmente se lo concedió, puesto que de esa manera Teseo y Ariadna serían felices y también porque gracias a Ariadna, Teseo había salido victorioso.

Enseguida la pareja comunica la decisión al pueblo, y claro, toda la gente se puso muy contenta. Finalmente se casan y son coronados los próximos reyes de Atenas, siempre y cuando éstos sirvan a su pueblo.

Después de un tiempo Teseo y Ariadna tuvieron hijos, próximos príncipes de Atenas, y Teseo, como regalo para Ariadna, cumplió la promesa de hacerse una casa en la isla en la que estuvieron ellos dos un tiempo, y como pensó Teseo ese día no irían ellos dos solos a la isla.


 

 

 

Una lágrima dorada
Por Vanessa Obregón, alumna de 1º de Bachillerato del IES Santa Cruz de Castañeda

No te enamores nunca
no te enamores jamás,
que el amor es algo serio
que te puede destrozar,
que tu risa de niña
se te puede marchitar,
que tus ojos tan brillantes
con lágrimas duras
que nunca se podrán secar,
que el amor es algo serio
que te puede dar la vida
o te la puede quitar,
que te puede dejar un vacío
que tardas mucho en llenar,
y por mucho que te diga esto
se que caso no me harás.

Conocerás a alguien muy
especial
y despacio y sin saberlo
te enamorarás.
Tu corazón pequeñito
poco a poco se abrirá.

Sentirás nuevas emociones
que quizá no entenderás,
a tus amigas de él las hablarás,
tu libro y tu pupitre
con su nombre mancharás.
En tu corazón, un nombre
con una letra que nunca podrás
borrar.

Y un día te irá a buscar
y os sentareis en un bar,
te besará despacio
y quizás te asustarás.
El día que esto pase
tu vida cambiará.

Todo lo verás maravilloso
en tu mundo de cristal
y mires donde mires
su rostro allí hallarás,
se te pueden empañar
su cabello, su sonrisa
y su forma de mirar.

Pero un día este mundo
se te puede derrumbar
y te quedarás sentada,
viendo como él se va
y una lagrima dorada
tu rostro manchará.

Y te quedarás vacía,
con ganas de llorar.

Lo verás con sus amigos
y no lo querrás saludar.

Tus ojos con los suyos
siempre se irán a juntar.

Y quizá de aquí a un tiempo
con otra lo verás.

Recordarás otros tiempos
y de nuevo llorarás.

Tus amigas te querrán consolar,
te presentarán a alguien
y te gustará:
su cabello, su sonrisa
y su forma de mirar,
y aunque tu no te des cuenta
te habrás vuelto a enamorar.

 

 

 

 

 

Diabólico Paraíso
Por Vanessa Calderón, alumna de 1º de Bachillerato del IES Santa Cruz de Castañeda

El día del accidente, creí morir
Te imaginaba bañado en sangre, sin poder elegir,
Entre quedarte conmigo o no volver a sufrir.
Sé que la vida es dolorosa,
Más lo es para nosotros ahora,
Que te recordamos y no podemos hablarte

Aunque juro intentarlo en adelante.
Muchos de nosotros daríamos la vida por tí.
Pero no podemos elegir.
El destino ha llamado a nuestras puertas
Pero tan sólo has abierto tú.
Ahora entiendo ese poema
Que dice que la muerte está tan segura de ganar
Que te da toda la vida de ventaja.

Hoy es tu aniversario,
¿Sabes?, aquí hay mucha gente llorando,
Montones de amigos recordándote
Y yo aquí, mi amor, intentando olvidarte.
Por mucho que esto duela mi corazón seguirá adelante

Aunque por el momento, cura las heridas que en su día dejaste. ¡Dichosa muerte!, eras demasiado joven para morir,
No debiste abrir esa puerta que te llevaba y de mí te separaba.
Dudas torturándome, desconsuelo desbordándome,
Y tú, te fuiste igual.

Te quise y te quiero, tú lo sabes,
Por mis labios al sellarte,
Por mis caricias en tu cara,
Por cómo mi sonrisa estaba siempre dibujada.
Al dejarme sola aquí,
Me planteé mucho las cosas;

Conocí dónde vivía en verdad,
En que mundo me había tocado vivir.
Comprobé que el humo de un cigarro,
Tan sólo nos tapaba la visión,
Nos decía que este mundo
Era tal y como nosotros lo habíamos diseñado.

Dijo que creamos mariposas
Para poder arrancar sus colores,
Que maldecíamos la lluvia
Para no dejar ver que eran nuestros errores.
Afirmó que nos apoyábamos en el diablo

Para camuflar de algún modo nuestros fallos.
Que probábamos éxtasis y cosas raras
Para acabar de una vez con la raza humana,
Pues tras nuestros disfraces
Sólo había rencores, envidias y chantajes.

Ahora que ha desaparecido esa cortina de humo,
Lo olvidamos todo y volvemos al principio:
Creemos que somos buenos y misericordiosos
Y que por los nuestros lo daríamos todo.
Señor, gracias por hacer que alguien encienda otro cigarro,
Que podemos contemplar esa pequeña llama

Esa llama que dice que las piedras tienen vida,
Que si un río se seca es tan sólo por envidia,
Que si ocurre algo malo es para que aprendamos la lección,
Que cuando lo que más queremos nos abandona
Es porque siempre encuentra algo mejor.

Mi mayor deseo es que todo lo sucio se aclare,
Que las negras nubes que enturbian el cielo
Agachen la cabeza y se marchen,
Que las blancas palomas sigan siendo un símbolo para alguien.

Deseo que los árboles dejen de darnos la vida,
Mientras nosotros sigamos robándoles el aire,
Que salga el arco iris con los colores que en verdad nos cubren,
El negro y el blanco, lo bueno y lo malo, el humo y el aire.