El lunes,
tras leer el informe que encontró sobre su
mesa, el teniente Manley se percata de que el Cuencasat,
un satélite artificial enviado al espacio por
la diputación de Cuenca, abandona su órbita
habitual para pegarse al Meteosat, y lo peor de todo
es que el Meteosat tiene preparada una autodestrucción
para dentro de cuatro días.
Título:
'13 perros'
Autor:
Fernando Lalana
Año
de publicación: 2013
Editorial:
Bambú
Páginas:
234 |
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Cuatro semanas antes, el último día
de curso, la madre de Félix es despedida de
su trabajo como maestra en la escuela, por lo que
se gasta el dinero de la indemnización en una
gran lupa alemana y en un cursillo exprés de
detective privado para poder cumplir así el
sueño de su vida.
El lunes por la mañana se
presenta en casa de Félix el primer cliente
de su madre, Vicente Barrantes, pero esta no le puede
atender, por lo que lo tiene que hacer Félix.
Vicente habia perdido su perro y quería recuperarlo,
por eso acudía a ellos. Además les entregó
la primera semana de sueldo por adelantado, con lo
que acababan de ganar 600 euros.
Ese mismo día por la tarde
Félix queda con sus amigos en el bar Old Trafford,
donde sus amigos le preguntan por el trabajo de su
madre. El niño les cuenta toda la historia
sobre su primer caso y deciden salir en busca de Marajá,
el perro perdido.
Cuando llegan a casa de don Vicente,
se dividen en parejas para poder abarcar más
territorio. A Félix le toca con Cuca, una chica
muy lista. Fueron avanzando poco a poco y unos 300m
más adelante encuentran al perro que están
buscando, en un pequeño parque.
Al día siguiente al levantarse
Félix observa cierta preocupación en
su madre, generada porque don Vicente no responde
al teléfono, así que Félix y
su madre dejan a Marajá en casa de Cuca y van
a investigar a Villa Agripina, la casa de don Vicente.
Como no encuentran indicios de vida, deciden ir a
preguntar al dueño de una tienda cercana, quien
les confiesa que don Vicente se había ido con
unos hombre fuertes de traje negro que le esperaban
al llegar a casa.
El miércoles por la mañana
llega otro cliente, pero esta vez sí que le
atiende la madre, por lo que Félix se queda
escuchando atentamente al otro lado de la puerta.
Mientras escucha la conversación sucede una
cosa inesperada, el cliente que había acudido
por la desaparición de su perro, al igual que
el de don Vicente, también se llama Marajá,
era de la misma raza y clavado al de don Vicente.
Amancio también vivía en Villa Agripina,
era jubilado y también pagó el adelanto
con tres billetes de 200€.
Después de que su cliente
marchara, la madre y el hijo empezaron a discutir
sobre las opciones que ambos tenían, que eran
dos. Una era entregar el perro a don Amancio, puesto
que Vicente había desaparecido, y la otra era
ir a Villa Agripina para investigar quién era
el que vivía allí, por lo que optaron
por la más honrada, la segunda.
Félix y su madre estaban acompañados
por dos de sus amigos, Cuca y Luisfer. Se encontraban
en Villa Agripina para investigar quién era
el verdadero dueño. Para empezar, todos se
colocaron en sus posiciones y Elvira se dirigió
al timbre para hacerlo sonar. Mientras tanto, los
demás espiaban por los alrededores para ver
si encontraban algún indicio de vida en el
interior de la casa. Como no vieron a nadie decidieron
colarse.
Una vez dentro empezaron a investigar
por el interior de la casa, pero lo único que
vieron eran bibliotecas con libros científicos
y literarios, puzles, rompecabezas, juegos de azar,
barajas de cartas, juegos de loterías... pero
no encontraron la información que querían.
Cuando se disponían a salir
oyeron unos ruidos en el exterior y descubrieron que
los mismos hombres que secuestraron a Don Vicente
estaban intentando entrar en la casa, por lo que tuvieron
que salir inmediatamente. Pero había un hombre
que bloqueaba la entrada, por lo que tuvieron que
esconderse en la cochera de la parte de atrás
de la casa.
Cuando estaban en el interior de
la cochera descubrieron que dentro había una
jauría de perros, en total 12, por lo que todos
se asustaron mucho e intentaron retroceder. Pero el
ladrido de los perros alertó a los hombres
que, rápidamente, fueron a investigar. Los
hombres les sacaron de la cochera y les llevaron hasta
su teniente, que resultó ser Felipe Manley,
el padre de Félix.
Felipe es un agente secreto que,
después de que Elvira le echara de casa por
mentirla diciendo que era un agente de seguros y no
un agente secreto, pasa seis años en una prisión
boliviana, ya que una de sus misiones secretas había
salido mal. Después de esta historia Félix
se encuentra un poco confuso, por lo que queda con
Cuca para hablar con ella de todo lo que había
pasado, aprovechando que sus padres se iban a ir a
cenar a un sitio caro. Como Félix y Cuca estaban
un poco mosqueados con el asunto del perro, deciden
ir a la academia Marmolejo donde habían recomendado
a la madre de Félix como detective al señor
Amancio.
Cuando llegaron a la academia, Marmolejo
y Amancio les estaban esperando para contarles toda
la historia desde el principio. Dos semana atrás
don Vicente había recibido un carta de un tal
Eladio O’ Hara Pérez, junto con siete
perros. En la carta decía que como él
y su otro compañero habían fallecido
ya solo quedaba él para terminar la misión,
pero debido a su mala memoria Vicente empezó
a buscar por su casa algo con el nombre de Eladio,
pero solo encontró una foto en la que aparecían
ellos dos y otros científicos más. Así
que por la tarde durante la partida de dominó
se lo contó todo a sus amigos: Amancio, Marmolejo
y Atanasio. Marmolejo le recomendó a la madre
de Félix para que le ayudara así que
pusieron a Don Amancio y a Majará como cebos,
y habían dado en el clavo ya que él
y su madre habían seguido investigando. Pero
ahora no sabían por dónde seguir. A
Cuca se le ocurrió que podían ir a ver
si los demás perros tenían números
en el collar, y así fue, todos tenían
un numero; y no solo eso sino que además había
collares de cinco colores, aunque no supieran qué
hacer con estos números ni con estos colores.
Por la noche cuando su padre va a
recoger a su madre deja un informe en casa de Félix
quien, cuando vuelve a casa por la noche después
de ir a dar un paseo con Cuca, lo lee y descubre todo
lo del Cuencasat.
Al día siguiente, jueves,
Cuca llama Félix con la solución al
enigma de los números y de los colores. Cada
color pertenecía a un continente diferente
y cada raza tenía el collar del continente
al que correspondía, pero como no estaban seguros
de todas las razas acuden a un experto para que los
identifique. Y en efecto Cuca estaba en lo cierto,
pero a partir de ahí no saben por donde seguir.
Durante la siesta Félix tiene
un sueño en el que ve lo que tienen que hacer
con los números de los collares, doscientas
setenta cifras que además de collares son también
las piezas de algunos de los puzles de don Vicente.
Esa misma tarde los dos jóvenes se reúnen
con Amancio en Villa Agripina. Allí encuentran
13 puzles de 270 piezas, lo que era una coincidencia
muy sospechosa, y además los puzles correspondían
con los países de los que eran originarios
los perros. Más tarde, llevan los puzles a
la academia Marmolejo y allí reclutan voluntarios
para montar los puzles, ya que el tiempo era escaso
debido a que el Cuencasat explotaría en unas
pocas horas.
Cuando acaban de montar todos los
puzles, cogen todas las piezas indicadas en el collar
de cada perro, que coincidía con el puzle,
y las unieron, pero no encontraron ninguna pista.
Así que Félix hizo una foto con el móvil
y se la envió a su padre. Como no podían
ayudar más, Cuca y Félix volvieron a
casa ya que era muy tarde. Cuando ya había
dejado a Cuca en casa, su padre le llamó para
ver si podían ir a recoger el puzle, ya que
desde la foto no encontraron nada.
Félix va con los hombres del
CNI al cuartel general para allí reunirse con
su padre. Allí, además de su padre,
había un montón de científicos
y también estaba don Vicente. A nadie se le
ocurre qué hacer con ese puzle, pero de repente
don Vicente tiene una idea: el mensaje podía
estar escrito con tinta invisible. Y Vicente tenía
razón. Para intentar descifrarlo probaron con
una serie de luces, pero al final lo consiguieron
descifrar con la luz negra.
Manley tenia dos opciones: mandar
el mensaje al Cuencasat o no hacerlo, Manley no se
fiaba de Vicente, quien le decía que no lo
mandara. Al final si lo hizo y el Cuencasat se desvió,
con lo que salvaron al Meteosat. También resultó
que Vicente les había estado engañando
porque sabía que no se fiarían de él,
aunque las dos opciones eran buenas. Por último,
Vicente cobró todo el dinero que la diputación
de Cuenca le debía por haber enviado el satélite.

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