El 19 de noviembre fui a Santander al Instituto de
Formación e Investigación Marqués
de Valdecilla (IFIMAV) para participar en la primera
edición de los 'Talleres para el fomento de
las vocaciones científicas Marqués de
Valdecilla', una iniciativa que tiene por objeto mostrar
la actividad investigadora en el ámbito biosanitario
a los estudiantes de Bachillerato.
Estos talleres, de carácter
teórico-práctico y que son iniciativa
del Aula de Innovación, sirven para poner en
contacto a los alumnos con el método científico
y la práctica investigadora en el tratamiento
de las enfermedades, y así despertar e impulsar
el interés por la ciencia de los futuros profesionales.
El proyecto se lleva a cabo con la
colaboración de la Consejería de Educación,
que se ha encargado de la gestión con los centros
educativos y de seleccionar a los 90 estudiantes de
la rama de ciencias con mejores expedientes académicos
para que asistan a estos talleres.
Así, el IFIMAV programó
un total de 10 sesiones en las que se impartieron
tres tipos de talleres: del ADN, de las bacterias
y, al que yo fui, el taller de oncogénesis.
De esta manera, el taller de oncogénesis
pretendía sensibilizar a los futuros estudiantes
universitarios sobre la importancia y la repercusión,
a nivel mundial, de las fuerzas dirigidas a combatir
el cáncer, aplicar los conocimientos biológicos
en el desarrollo experimental de nuevas formas de
diagnóstico y tratamiento de esta enfermedades,
comprender las bases del abordaje científico
de la investigación oncológica y visualizar
la forma en que los avances científicos se
aplican en el desarrollo de fármacos útiles
para el tratamiento de los pacientes.
Nos reunimos un grupo de adolescentes
y subimos a la tercera planta, donde un especialista
en el tema nos dio una charla de información
sobre el cáncer, los diferentes tipos que hay,
cómo actúan, qué se puede hacer
para prevenirlos, qué es lo que han logrado
e intentan lograr, cuáles son más perjudiciales
e incurables y sobre cuáles se puede actuar.
La charla duró aproximadamente
hora y media, desde las cuatro y media hasta las seis.
Después, bajamos a la planta de investigación,
donde nos enseñaron todos los utensilios y
aparatos que utilizan, lo que se debe hacer antes
de tocar cualquier de ellos y, una vez explicado esto,
lo pusimos en práctica.
Hicimos un cultivo donde pusimos
a prueba un experimento para combatir el cáncer
de piel. Esto nos llevó una hora más
o menos y después lo dejamos para, en la próxima
sesión, poder ver el resultado y saber si lo
habíamos hecho bien o mal.

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