Lucía ha entrevistado a su abuela
Ana María de la Cierva, hija de Juan de la
Cierva, inventor y científico aeronático
conocido por ser el creador del autogiro. La charla
muestra cómo era el ingeniero en su entorno
familiar y desgrana anécdotas protagonizadas
por este genio.
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Cierva subido en el autogiro que lleva su nombre. |
Después de hablar con mi abuela, pude convencerla
para que le hiciera una entrevista. Ella, Ana María,
es hija de un personaje importante para la historia
de la aviación de nuestro país, Juan de
la Cierva, inventor del autogiro.
Pregunta.- ¿Me
imagino, que es todo un orgullo ser la hija de Juan
de la Cierva?
Respuesta.- Por supuesto, siempre
he estado muy orgullosa de mi padre Juan de la Cierva,
inventor del autogiro.
P.-
Pero, ¿qué es eso del autogiro?
R.- Se puede considerar el precursor
de helicóptero. Fue el primer aparato en despegar
verticalmente y en suspender su vuelo en el aire.
P.-Entonces,
¿qué diferencia había con el
helicóptero?
R.-Pues que las alas en el helicóptero
se mueven con un motor mientras que en el autogiro
giraban aerodinámicamente, es decir, como si
fueran un molino de viento.
P.-¿Qué
le llevó a interesarse por este invento?
R.-Bueno, él empezó
construyendo aviones de papel y maquetas de aviones,
lo que hoy se conoce por aeromodelismo. Luego fabricó
alguna avioneta, pero pronto buscó formas más
seguras de vuelo.
P.-¿Qué
estudios tenía? Supongo que ingeniería
aeronáutica
R.-En aquella época, estamos
hablando de los años anteriores a la Guerra
Civil española, no existía esa carrera
en España, por lo que tuvo que estudiar ingeniero
de caminos por la base matemática que le proporcionaba.
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Juan de la Cierva junto a su invento. |
P.-¿Cómo
era Juan de la Cierva?
R.-La verdad es que tengo un recuerdo
muy borroso de mi padre, pues tenía unos cinco
años cuando él murió. Pero sé
que era muy familiar y aunque sus obligaciones le
mantenían largas temporadas fuera de casa siempre
estaba pendiente de su mujer y sus seis hijos. Lo
que sí me ha quedado grabado son los vuelos
en los que nos paseaba a los más pequeños,
lo que da idea de la fiabilidad de su invento.
P.-¿Y
físicamente?
R.-Era alto y grande para su época.
Le gustaba vestir elegantemente.
P.-¿Cómo
murió?
R.-Paradójicamente fue en
un accidente de avión, en un vuelo regular,
no había billetes pero un pasaje anuló
el suyo en el último momento, tenía
44 años.
P.-¿Cuántos
hijos viven en la actualidad?
R.-Yo soy la única que queda.
Hace poco me llamaron de un programa de televisión
para hablar de mi padre. Debieron pensar que o se
daban prisa o no iba a quedar nadie para hacerlo.
P.-¿Ha
sido suficientemente reconocido?
R.-Yo creo que definitivamente no.
En España se estudia en algunos libros de texto,
pero no se la ha dado la importancia suficiente. Ten
en cuenta que este invento ha permitido salvar millones
de vidas. Con motivo de su centenario estuve con mis
hijos en un homenaje que hicieron en Inglaterra donde,
por cierto, es un personaje histórico. Fue
realmente emotivo. En Madrid se realizó una
exposición de sus inventos a la que asistió
el príncipe Felipe.
P.-
Y económicamente, ¿fue un invento rentable?
R.-Pues mira como todos los verdaderos
genios el dinero pasó a segundo plano. Le importaba
más seguir desarrollando sus proyectos, por
lo que tuvo que vender las patentes a un socio americano
llamado Pitcaim, que se hizo multimillonario años
más tarde.
P.-Su
padre era de origen murciano, aunque su familia se
trasladó a Madrid. ¿Por qué vive
en Santander?
R.-Mi madre era santanderina y yo
pasaba aquí los veranos. En Santander conocí
a mi marido y me casé hace ya no sé
cuantos años. Sigo esperando que alguno de
mis descendientes haya heredado aunque sea un poco
del talento de mi padre. Nunca se sabe.
P.-Gracias
por todo.
R.-De nada, siempre estoy encantada
de difundir la memoria de mi padre.

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