Emilia
nos envía una creación literaria en
la que rinde homenaje a su abuela, su persona preferida.
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Esa rosa joven que nunca se marchitará. |
Tú... un ser tan entrañable
y exigente. Destacable por tu fuerza y ese don que
te caracteriza, tu generosidad.
Tú... la roca en la que
me apoyo para descansar de la fatiga que el mundo
me provoca; la roca a la que me aferro para desinfectarme
las heridas que la vida me causa.
Te quiero por tu humildad y por
la fortaleza que posee tu exiliado corazón.
Te quiero porque tu personalidad es la combinación
perfecta entre orgullo, superación y sacrificio.
No existe ninguna otra persona que pueda asemejarse
a ti.
Tu manera de consentirme y mimarme
hace que tengamos esta maravillosa relación
de complicidad. Por ello, te debo dar las gracias.
Tú... quien busca y encuentra
motivos por los que regalar sonrisas, donde sólo
yacen sentimientos agonizados. Consigues arrugarme
el corazón, como si de una alfombra se tratase,
con cada lección de vida que me cedes. Me provocas
una gran satisfacción interior, simplemente
por llevar a cabo cada uno de tus consejos. Eres tú
y tus experiencias, que compartes conmigo, para no
dejar que cometa los mismos fallos.
Tú... el gran impulso
que empuja a renacer mis mañanas.
Tú, mi abuela. Eres esa
sonrisa que nunca dejará de relucir y esos
ojos grisáceos, desgastados por los errores
cometidos en el pasado, eres las arrugas tan marcadas.
Tú y tu piel castigada por décadas de
trabajo. Tú, tan bella e inocente, lidiando
con tus setenta y ocho años, en los que has
observado la capacidad de la estupidez humana.
Mi abuela, la que no se rinde,
por más que el asfalto de este camino se endurezca
por momentos. Eres tú y tus manías desquiciantes,
las cuales yo he heredado. Tú con tu dolor
de cadera permanente y las manchas en la frente como
estrago de haberte dormido horas bajo el ardiente
sol en las playas de Montevideo.
Mi persona preferida, con sus
misteriosas anécdotas que ya me sé de
memoria. Mi abuela. Esta eres tú. Quien me
ama y me entrega todo a cambio de mi mejor y más
sincera sonrisa.
Tú, esa rosa joven, que
nunca se marchitará.

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