El
Parque Natural Saja-Besaya es el más extenso
de Cantabria. Se encuentra ubicado en la zona centro
occidental de la comunidad autónoma y alberga
una de las muestras mejor conservadas de bosque caducifolio
atlántico de la Cordillera Cantábrica.
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Preparados
con nuestras mochilas. |
El circuito
recorrido ha sido muy bonito y además divertido.
Salimos desde el centro de interpretación donde,
sentados en unos bancos, nos explicaron qué
era un parque natural; después nos dirigimos
por un sendero al interior del parque. Al principio
el guía llamado Luis nos comentó que
los bosques que están al lado de los ríos
se llaman de ribera y que nosotros íbamos a
ir por un bosque de hayas; luego nos mandó
recolectar hojas que viéramos por el suelo,
pero tenían que ser diferentes. Cuando cogimos
todas las hojas diferentes que pudimos encontrar en
50 metros paró y nos dio unas explicaciones
sobre las hojas recogidas.
Después
de esto continuamos con el recorrido hasta que, a
mano izquierda, nos encontramos el río seco
e intentamos adivinar por qué era esto, pero
nadie dio en el clavo. Entonces nos comentó
que esto era porque las tierras se mueven y cuando
chocan un terreno se eleva y como lo que hay en medio
es el mar y el fondo de éste está formado
por roca caliza la montaña estará formada
principalmente por roca caliza y el cauce del río
también, y entonces el agua se filtra.
Continuamos
con el recorrido y nos encontramos a la izquierda
una ladera llena de árboles y a la derecha
una con vegetación más escasa. Nos dijo
Luis que esto se debía a la acción del
hombre que lo quemaba o talaba para crear pasto, y
que estas zonas son las mejores para la cría
del ganado.
Más
adelante nos encontramos con un acebo hembra, que
diferenciamos porque tenía fruto. También
nos explicó que las hojas solamente tenían
pinchos en la zona de abajo para protegerse de los
animales y debajo del acebo nos encontramos torvisco,
una planta perenne de hojas y flores verdes que se
amarra a las heridas de los animales para que no se
infecten, aunque es una planta venenosa.
Siguiendo el
recorrido observamos un melero; son los árboles
donde anidan las abejas e instalan sus colmenas. El
hombre, para robarles la miel, hace fuego cerca para
que el humo las ahuyente. Junto al árbol, el
guía nos comentó que en estos árboles
también habitan los murciélagos que
son capaces de comerse en una noche más de
400 mosquitos y que los murciélagos son animales
que hibernan en las zonas bajas. Si te encuentras
uno hibernando no lo despiertes porque se moriría.
Continuando
por el sendero vimos hayucos, el fruto de las hayas,
que son comestibles y junto a estos nos encontramos
eléboro que, al igual que el torvisco, es una
planta que tiene las hojas y las flores verdes. En
esa misma zona vimos hiedras, que es una hoja de perenne,
y aunque la mayoría creíamos lo contrario
no es una planta mala y da un fruto que se comen los
pájaros.
A continuación,
nos encontramos los huesos de un animal que había
sido devorado por un lobo hace un año aproximadamente.
Luego cruzamos un río y llegó una de
las zonas más divertidas del viaje, una subida
llena de pozas, de barro y de piedras que resbalaban.
La mayoría acabamos de barro de arriba a abajo.
Cuando terminó la subida todos nos partíamos
de risa. Cuando todo el mundo se cayó, Luis
nos dijo que tuviéramos cuidado con las hayas
que estaban creciendo en el suelo.
Siguiendo la
ascensión encontramos líquenes, que
son una mezcla de hongo y alga, y la mayoría
de ellos indican que el aire está puro; uno
de los que más lo indica es la lavaria
pulmonaria.
Hicimos una
pequeña pausa y comimos el bocadillo para recuperar
energía. Después
nos encontramos un excremento. El profesor intentó
que adivináramos a qué animal correspondía,
pero nadie lo supo; pertenecía a un corzo pequeño.
Comenzamos el descenso. Ya casi al final de éste
había un pequeño descanso y, a continuación,
nuevamente un tramo de subida. A mitad de este tramo
nos encontramos unas huellas de corzo y nos comentó
el guía que los corzos dejaban a sus crías
en cualquier lugar y ellas se quedan tumbadas de tal
manera que desde cierta distancia no es posible divisarlas.
Más adelante, pudimos observar una zona donde
los jabalíes se revuelcan para eliminar los
parásitos de su piel y después se restriegan
contra los árboles para así eliminar
el barro, llegando en muchos casos a matar el árbol.
Un pequeño
descenso más y por último nos encontramos
de nuevo en el Centro de Interpretación donde
concluyó nuestro recorrido sin poder verlo,
porque no dio tiempo.
La salida me
ha gustado mucho, me ha parecido interesante aunque
no dio tiempo a ver el Centro de Interpretación
que seguro también hubiera estado bonito. También
fue divertida sobre todo por los culazos que nos metimos
y lo que nos reímos todos.
Luis (el guía)
nos lo explicó todo muy bien y aprendimos cosas
interesantes. Lo que menos me gustó de la salida
fue el viaje en autobús debido a que hacía
mucho calor en él y por tanto el viaje se te
hace bastante largo.

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