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Trabajos: Fotonovela
| Esta historia pretende ser la base de un guión técnico sobre el que los alumnos y alumnas de 3º de B.U.P. del Instituto Ataulfo Argenta realizaremos una producción audiovisual como trabajo de curso en la asignatura optativa de "Imagen". Tras acordar la idea general, nos dividimos por grupos para construir una historia más consolidada y, después, el equipo de guionización le dio la forma en que aparece a continuación. Posteriormente se continuará trabajando para darle el formato de guión audiovisual definitivo. Mediante esta historia se ha querido representar la búsqueda del verdadero yo de la protagonista, representado en su hijo, que también le sirve de apoyo para dejar una vida que, un mundo que en realidad no le gusta. La protagonista, tras una juventud en la que reacciona contra sus padres, decide volver a empezar y buscar su lugar en la vida, así que esta es la historia de una búsqueda, interna y externa. En una habitación sombría, en la que reina el desorden y la suciedad, un grupo de gente está drogándose. Mientras unos se drogan, otros yacen tirados en una esquina. Entre ellos destaca una chica tratando de incorporarse para acercarse a una puerta. Ella consigue levantarse y, con paso vacilante, llega a abrir la puerta. Entra a la habitación, que es una baño, y se apoya en el lavabo con la cabeza agachada. Abre el grifo y se moja la cara con intención de despejarse. Tras ello, levanta la cabeza y se mira en el espejo; la visión la horroriza e instintivamente vuelve a bajar la cabeza y rompe a llorar. De pronto, levanta la cabeza. Su expresión muestra una mezcla de ira y frustración y, dejándose llevar por la ira, en un ataque, rompe el cristal del espejo. Completamente destrozada, deja caer su cuerpo al suelo, haciéndose un ovillo. Mientras, de fondo, se escucha el caer acompasado del agua del grifo. Ella se encuentra en una cama de hospital. La intensa luz procedente de la ventana la despierta. Se encuentra cansada y mareada, aturdida y sola, pero consigue reconocer una fría habitación de hospital. Poco a poco, su vista se aclara hasta poder distinguir una enfermera de espaldas levantando la persiana de una pequeña ventana situada justo enfrente. Se siente confusa y su primera reacción es preguntar a la enfermera: Ariadna:
¿Qué hago aquí?- le pregunta, agresiva y
con voz quebrada. Ariadna: ¿No me has oído? Te he preguntado qué hago aquí. Enfermera: ¡Ah! Lo siento. La primera vez no te he oído, y además no quería despertarte, ya que anoche llegaste muy tarde. Una ambulancia te trajo hasta aquí, habías perdido mucha sangre, y tendrás que permanecer aquí algunos días. ¿Cómo te encuentras? Ariadna:
He estado mejor. Déjame sola.- mantiene el mismo tono
despectivo de toda la conversación. Compañera: ¿Estás aquí por lo mismo que yo? Sorprendida e irritada, deja la tarjeta rápidamente. Ariadna: No creo que te importe. Compañera: Lo primero es asumirlo, buscar a alguien de confianza y con mucha fuerza y apoyo para salir del atolladero, esto no se puede hacer solo. Te lo digo por experiencia. Ariadna: Pues creo que tú estás aquí por lo mismo que yo, así que no eres quién para reprocharme nada, seguro que tú estás aquí por una recaída. Compañera: Te equivocas, dejé la droga hace tiempo, pero siempre tengo miedo de volver a engancharme; ésto no es tan fácil. Todo lo que me está pasando es consecuencia de todos mis descuidos. Ariadna: Tú misma lo has dicho, no es tan fácil. Compañera: Pero no imposible. Oscar: Hola ¿Qué te pasa?- pregunta con cariño e inocencia. Ariadna: Hola ¿Cómo te llamas?- pregunta ella, tratando de evitar el tema. Oscar:
Me llamo Oscar y tengo estos añitos.- dice, señalando
cuatro con los dedos. Ariadna: Tienes un hijo encantador, además es muy listo. Compañera: Se te dan muy bien los niños, ¿has pensado en tener uno? Ariadna se queda pensativa y con los ojos llorosos. Ariadna: Mi hijo sería de la misma edad que Oscar pero... creo que nació muerto, no estoy segura. Compañera: ¿Crees? Ariadna: Mis padres me aseguraron que nació muerto, yo no recuerdo nada ni quiero recordar lo que pasó aquella noche, aunque tampoco podría, fue un parto muy difícil y yo estaba completamente ida. Creo que había tomado demasiada anestesia. Compañera: Lo siento, hubiese sido un gran apoyo para
ti. Médico: Buenos días, ¿qué tal se encuentra? Ariadna: Hoy me encuentro mucho mejor. Médico:
No me extraña, su estado ha mejorado rápidamente.
Hoy mismo le daremos el alta. Baje a recepción, rellenará
un formulario y le entregarán sus pertenencias. Ariadna: Gracias por todo, espero que nos encontremos en mejores situaciones. Compañera: Buena suerte. Ariadna: Buenos días, vengo a recoger mis cosas. Recepcionista: De acuerdo, ¿me puedes decir el número de habitación y la cama que ocupabas? Ariadna: Número 314, cama A Recepcionista: Antes de entregarte tus cosas, ¿me puedes rellenar estos impresos? Ariadna:
¡Bah! Tengo tiempo. Ariadna: Buenos días, venía a pedir unos datos acerca de un ingreso de hace unos cuatro años. Recepcionista: Me debe especificar algo más, por ejemplo, sus datos personales. Como usted comprenderá, no soy adivina ni los datos salen del aire. Ariadna:
Me llamo Ariadna Astorga, y me imagino que conocerá a
mis padres. Son íntimos amigos del director. Recepcionista: Debe de haber algún fallo, no tengo acceso a sus datos. Ariadna: Menuda casualidad, ¿no? Recepcionista:
Lo siento, si quiere más datos, hable con el director.
Al fin y al cabo, es su "amigo". Ariadna:
Eso haré. Director: ¿Qué desea? Ariadna: ¡Los datos! ¿Dónde están los datos? Director: ¿Qué datos? Ariadna: Ya sabes que datos, los de mi hijo. ¿Te suena de algo? Astorga, Ariadna Astorga, hace cuatro años. Director: Astorga, Astorga... ¿Dónde he oído yo ese nombre? Ariadna: Quizás conozcas a mis padres, sólo quizás. Bueno, que me des los datos. Nervioso, llama a la recepcionista y le pregunta lo sucedido. Director: Ya lo ves, no hay datos, tú no has estado aquí. Lo habrás soñado. Y no me extrañaría. Ariadna: No lo he soñado, y tú lo sabes. Director:
Demuéstralo. Ariadna: Oye, perdona, ¿vives aquí desde hace mucho? Señora: Desde hace 20 años, ¿por qué? Ariadna: No, nada, es que me gustaría saber dónde viven las personas que vivían en la casa que había antes que el solar. Señora:
Lo siento, pero te has debido de equivocar, porque este solar
siempre estuvo así. Ariadna: Hola, mamá. Madre:
¿Ariadna? ¡¡Después de cuatro años!!
¿A qué has venido, a pedir dinero? No me extrañaría,
ya sabemos para que lo quieres. Padre:
¿Qué hace ella aquí? Ariadna: He venido a esclarecer muchos años de mentiras. ¿Qué habéis hecho con mi hijo? Padre: Sabes perfectamente que nació muerto. Ariadna: No es verdad, y tú lo sabes. ¿Qué hicisteis con él? Madre: Nació muerto, lo que pasa es que te imaginas cosas. Ya sabes, la droga. Padre: Hoy, como siempre, también estás drogada. Tú y tu rutina. Ariadna: La droga no tiene nada que ver en esto. Los drogados sois vosotros que negáis lo evidente. El niño lloró al nacer, no estaba muerto. Madre: La droga sí que tiene que ver en esto; te destrozó como persona, truncó todos tus sueños. Ariadna: ¿Mis sueños? ¿O los vuestros? Padre: Tu siempre has hecho lo que has querido, nunca te hemos negado nada. Ariadna: Me habéis negado lo más importante: el cariño. Madre: ¿Cariño? ¿Y tú hablas de cariño después de lo que nos has hecho? Hemos sido el hazmerreír del barrio. Ariadna: Sólo os preocupáis de lo externo, de lo que dice la gente. Madre: De lo que tú deberías preocuparte un poco más. Nunca has valido para nada, ni como estudiante, ni para encontrar trabajo... Ni siquiera hubieras sido capaz de criar a tu hijo si hubiera seguido vi... Ariadna: Ahora lo admitís. ¿No erais los que no sabían nada? Padre: Por favor, ni siquiera hubieras podido sacarlo adelante, siempre drogada. Por no saber, no sabías ni quién era el padre. Si quieres saberlo, te lo voy a contar: la clínica no puso reparos, y ya sabes que, con dinero, se compra todo. De todas formas, ni siquiera sufrió. Ariadna: ¿Cómo pudiste hacerlo?- con lágrimas en los ojos. Madre: Era preferible su muerte a la vida que iba a tener, todos pensábamos lo mismo. Ariadna: ¿Todos? Padre: Si, todos, sabes perfectamente quiénes. Todo nuestro entorno. Ariadna:
Todo vuestro entorno falso, basado en relaciones superficiales,
en el dinero... Apesta, yo no quiero saber nada de vosotros.
Os odio. Madre: Va a denunciarnos, lo veo, vamos a ir a la cárcel. No teníamos que haberlo hecho, teníamos que haberlo dado en adopción, hubiese sido la mejor solución. Padre:
A la larga, sabes que esta decisión ha sido la correcta
¿Qué hubiera sido del niño si ahora lo hubiese
encontrado? Además, no temas por la denuncia, ¿quién
va a creerla? Y, aún así, todo está perfectamente
tapado. Amigo: Hombre, Ariadna, pasa. Tenemos cargamento nuevo. Ariadna: Menos mal, necesito algo fuerte. Amigo:
Pasa y elige tú misma. Varios años más tarde, un día de Todos los Santos, en un triste cementerio, hoy más alegre que de costumbre, su antigua compañera de hospital con su familia deposita un ramo de rosas rojas en una anónima tumba. Compañera: Aún así, sigues estando completamente
sola. |
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